“Es otro día en el barrio, ¡morro! Pues he nacido en un mundo cholo…” Desde que recuerdo, el hip hop siempre ha sido sinónimo de calle. La doble hache no es un género, es un movimiento, una subcultura que alberga diferentes expresiones artísticas que van desde el break dance, hasta el graffiti, y una de las más populares, el rap.
El hip hop se vive y, en México, como género musical ha cambiado enormemente. Ya no sólo es un género más digerible entre las masas, sino que también, la escena de esta rama al fin está viendo los frutos que sembraron años atrás, cuando era casi imposible ver a raperos sobre escenarios de grandes festivales.
Para Alemán, el artista de 28 años nacido en Baja California Sur, pero que reside desde hace cuatro años en la Ciudad de México, ver la evolución de la escena del hip hop, habiendo iniciado cuando tenía sólo 14 años, es algo que saborea con gusto, pues luego de tanto tiempo de picar piedra, ahora su carrera lo ha posicionado como uno de los más importantes exponentes del género en el mundo.
“Mi carrera en especial, tuvo mucho empuje gracias a Apple y a Homegrown. He tenido la oportunidad de trabajar con gente importante y estoy agradecido por eso.
El hip hop es una escena de muchos años pero creo que ahorita están en un punto clave e histórico, que fue justo la transición del disco al internet, del físico al digital”, comenta Erick Alemán en entrevista con Sopitas.com.
Pero a pesar de los años encima, el hip hop es todavía aquel movimiento nacido en Bronx, ese que se asocia a la pobreza y a la violencia... y aunque sí, todavía se mantiene el género para las demandas sociales, poco se le ha deslindado de los estereotipados barrios bajos, incluso aquí en el país.
“La gente en México lo asocia mucho a lo cholo, a lo malandro, a las drogas y todo este rollo. Pero por eso es un momento histórico porque hay raperos que están haciendo un trabajo consolidado, importante y de renombre. Que realmente están viviendo de eso”.
Que los estereotipos existan y todavía luchemos contra ellos, no es algo que deba sorprendernos. Hace no mucho, la polémica en México se vivió cuando Pedro Carrizales, mejor conocido como “El Mijis”, se convirtió en la imagen principal de lo que conocemos como “cholo”.
Le aventaron piedras en formas de insultos y lo rebajaron por su aspecto físico, pero la labor que hizo para erradicar la violencia en una comunidad de San Luis Potosí, fue lo que lo llevó a convertirse en diputado, pues la gente confió en él y pudo ver a través de sus tatuajes.
“Estuve viendo lo del diputado ‘cholo’ y pues San Luis Potosí es una de las primeras ciudades a donde fui a cantar y la gente de ahí, pues sí es muy cholo el pedo, pero de buen corazón. Las personas no son de juzgar por los tatuajes o la ropa.
Yo sí he sido discriminado muchas veces y más en Cabo San Lucas, que es una ciudad en donde se mueven muchos dólares, hay yates, hay antros. A veces iba a esos lugares y no me dejaban pasar y yo ya iba con tenis de cinco mil pesos, unos Jordan, un pantalón carísimo, una playera Gucci, pero por estar ‘tumbado’ no me dejaban pasar“.
Y es cierto. Tristemente la asociación que hicimos de una vestimenta “tumbada” a la delincuencia, fue el veneno que alimentó nuestros prejuicios, pero eso no significa que no podamos encontrar “la cura”.
“Yo creo que el hip hop sí es una vía para erradicar los estereotipos, para abrirle los ojos a la gente, la neta. Yo creo que la palabra es poder, es una herramienta que sí puede abrirle la mente a las personas.
El otro día fui a una universidad y un maestro entró y me dijo ‘¡Ah! te quería conocer, ya escuché parte de tu disco y me gusta el concepto que le quieres dar’. Entonces me hizo darme cuenta que la gente tiene ya otro criterio. Así que claro que lo va a cambiar. El hip hop es el nuevo orden mundial“.
Si Alemán “Alemalandro”, tiene clara una cosa, es que el hip hop es su nave y que en ella puede viajar a donde quiera. Empezó desde abajo y hoy, es uno de los artistas más escuchados en Apple Music.
“Cuando estaba buscando oportunidades para grabar y demás, mucho tiempo me dije: ‘Aunque todavía no vivo del hip hop, todos los días vivo el hip hop’“.
¿Y qué es vivir el hip hop? Formar familias. Compartir escenario -y escena- con quienes tienen el mismo gusto y dedicación por la música. No criticar, sino animar.
Aunque no todo es perfecto, claro está. Porque en este mundo del hip hop siempre habrá egos y habrá quienes se aferren a mantenerse en una línea, en esa que llaman “vieja escuela” y que no reconocerán a quienes, desde otros lares que no son las calles, también están nutriendo al género.
Pero también estarán sus contrapartes, aquellos que están quebrando al hip hop y diversificándolo en nuevas corrientes que alimentan -les guste o no- la escena (¿o imaginaron que de otra manera habría festivales como Ceremonia ofreciendo un cartel con exponentes, en su mayoría, de hip hop?).
“El hip hop ya no sólo es de los de calle, el hip hop le pega a todos los estilos de vida. Lo puede hacer un dentista. Ya no se trata de que ‘tú no eres real porque no sigas una línea’. No. La vida es así: lo que vives lo conviertes en rimas, eso es el hip hop“.
¿Y qué nos toca a nosotros? Escuchar, no prejuzgar y entender que si alguien se ve “tumbado” sobre el escenario, es porque esa es la esencia del género: la de imponer.
Si Alemán ha llegado lejos, es porque con él carga un lema: “El hip hop es un deporte, la mente siempre debe estar trabajando”. Por eso, desde que se levanta y hasta que anochece, su vida es la música, los beats, abrazar a su “morrita” y prenderse un “gallito”.
“Antes de desayunar siempre me forjo un ‘gallito’, para que me dé hambre a gusto. Y acabando de comer me voy a mi computadora y empiezo a revisar beats, y mucha música de todo. Me inspira mucho verme en el espejo, tengo que meterme en el papel, pues mis shows son muy teatrales. Tengo que volverme loco, aunque en realidad es un tanto el show, pero mucho de eso también es realidad. Así soy”.