Justo en estos días, en la oficina discutíamos sobre el valor de los festivales VS conciertos. No cabe duda que lo que pueden ofrecer los festivales en cuanto a variedad y experiencia es algo único. Ver a un ch… muchas bandas juntas en un mismo lugar porque quién sabe cuándo o de qué manera vayan a regresar, pero, siendo honestos, un concierto es algo íntimo. Es un lugar donde sabes que las 200, 1000, 60 mil personas que están ahí paradas, están por una sola razón: su banda favorita. 

El concierto de este martes en el Pepsi Center WTC fue simplemente grandioso. En la tercera y última fecha de Franz Ferdinand en nuestro país fue en la Ciudad de México y, como dicen por ahí “la tercera es la vencida”. Si bien en sus presentaciones en Monterrey y Guadalajara parecen haber sido muy buenas, este último concierto fue meramente para fans. Alex Kapranos y compañía lo sabían y, como era de esperarse, se deshicieron en el escenario, uno que era única y exclusivamente para ellos... así que se atascaron.

De entrada, “Always Ascending” ya se anunciaba como su primera carta sobre la mesa, finalmente el tour que hacen por México es debido a su último disco con el mismo nombre. Pese a que tal vez no es su mejor material (no es malo, sólo no el mejor), algo era cierto: su presentación sería mil veces mejor que sus grabaciones de estudio. La fuerza con la que comenzaron no tuvo comparación y, a decir del público chilango, el primer sencillo del disco fue muy bien recibido, pues no hubo alma que no coreara “Always and always and always ascending. The opening line leaves an uncertain ending”.

Pasado lo relativamente nuevo, los de Glasgow saciaron la sed de sus seguidores con una bien conocida de 2009. “No You Girls” no sólo fue la que arrebató la primera ola de gritos enloquecidos, sino que fue la que prendió la mecha para hacer que el público se perdiera entre las cuerdas y trotes de batería de la banda, así como los pasos de baile de Kapranos.

El recinto estaba lleno a morir. A donde volteaba había un mar de gente amontanada que luchaba por estar lo más cerca del escenario. Ni siquiera los de las chelas -que son unos maestros en el arte de atravesar multitudes- tuvieron oportunidad de pasar (lástima para mí y mi sed).

Kapranos lucía feliz, lo repitió en cada momento que tomaba para hablar con su gente a la que le recordaba en cada oportunidad que este era su regreso y que estaban más que emocionados por ser acogidos de nuevo luego de 4 largos años.

Yendo más atrás, los escoceses nos llevaron de vuelta a su primer disco con “The Dark of the Matinée”. Recién comenzaron los primeros acordes y todos nos volvimos locos: Celulares arriba y gargantas desgarradas… “Find me and follow me through corridors, refectories and files, you must follow, leave this academic factory” fue cantada mientras la sala temblaba con nuestros saltos emocionados.

Así continuaron las recientes “Glimpse of Love” y “Walk Away”; hasta que Alex se dirigió a nosotros y nos dijo “Quiero hacerles una pregunta, ¿México quiere?” y, reconociendo la próxima canción en la lista, el vocalista despegó nuevamente nuestros pies del suelo con “Do you Want To”, a la que siguieron “Stand on the Horizon”, “Lois Lane”, “Finally”, “Come On Home”, “Jacqueline” y “Slow Don’t Kill Me Slow”. 

Estábamos extasiados. La energía, el baile y el canto no parecían detenerse sino aumentar en cada corte… y de repente lo esperado de la noche. Alex platicó con nosotros porque sabía que era momento de despedazarnos juntos. De lo más bajo hasta lo más alto, el escocés llevó “Take Me Out” a los cerebros de cada uno de nosotros. Nos remontó a nuestra adolescencia y sacó de nuestras memorias aquellos días de locura para traerlos al presente, donde hicimos de esos recuerdos la pila que devolvió las ganas de continuar y no parar de brincar. Incluso coreamos los guitarrazos… ¿se imaginan? Una cosa (perdón por la palabra) CA-BRO-NA.

Lo mejor estaba por llegar y, para no bajar los ánimos, siguió una extraordinariamente bien ejecutada “Love Illumination”, una gran canción que, siendo la primera vez que escuché en vivo, me rompió el cráneo (o tal vez me hizo rompérselo a alguien más cuando brincaba sin mirar a mi alrededor). Ansiaba de tiempo atrás escuchar ese puente en el piano que simplemente te engancha y no te deja ir. ¡GRACIAS!

Franz Ferdinand continuó con “Huck and Jim” y terminaron (la primera y larga sesión) con una desatada “Ulysses”. Para el encore del concierto -porque claramente hacían falta más- la banda regresó al ritmo de “I’m a lazy boy, never gettin’ up in time. I enjoy being a lazy boy”. Siguieron con la vieja “Michael” y la reciente “Feel the Love Go”, con la que Kapranos no sólo preguntó sobre el amor del público, sino que bajó él mismo del escenario para comprobarlo. 

Finalmente, con el mejor y más glorioso de los cierres, la banda escocesa leyenda, destrozó el escenario cuando ejecutó “This Fire”. Nos volvimos bestias que se alimentaban de cada guitarrazo. Expulsamos de nuestras gargantas junto a Alex interminables “I’m going to burn this city, burn this city” porque claramente queríamos incendiar todo. Aquí sólo diré que me transformé y no importaron las miles de personas a mi alrededor, fue una catársis en la que mi cabello tomó vida propia y dejé de tener control sobre mi cuerpo.

Una noche que demostró que los fans junto a su banda son como uno solo en concierto y que no hay quien pueda contra ellos… al final, de eso se trata la música en vivo.

Si se preguntan a qué conclusión llegamos en la oficina, fue que, quizá la edad ya nos pesa y, en ocasiones, no aguantamos andar caminando tanto tiempo para ir a brincar, bailar y gritar de un lado al otro… pero todo cambia cuando estás frente a una banda que se llevó los mejores años de tu vida.

Fotos: Stephania Carmona

Gracias, Franz Ferdindad, por hacer, de éste, uno de los mejores y más poderosos conciertos del año.

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