Si hay un disco debut que nos ha movido cada fibra de la piel y nos ha llenado de altibajos (de los buenos, claro), ese es Gorillaz, el álbum de la banda con este mismo nombre liderada por Damon Albarn que fue publicado en 2001 y que este 26 de marzo celebra 17 años desde su lanzamiento.
Este material además, representa el comienzo de lo virtual; de la alta tecnología para atraer a las masas y lanzar una “banda virtual” cuya historia seguiríamos a lo largo de tres discos: Gorillaz, Demon Days y Plastic Beach.
Debido a que es uno de los tantos proyectos de Damon, mucho se especuló del hecho de que las melodías sonaran igual a Blur. Pero no, al contrario, es una propuesta completamente distinta que logró catapultara Gorillaz al punto de tener a su propia base de seguidores sin necesidad de siquiera recordar a la agrupación de los 90 compuesta por Damon, Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree. También es sabido que esto surgió después de que Albarn se peleara con Coxon y dieran por “terminada” su participación con Blur. Así que fue una especie de giro creativo de despecho. Y qué bueno.
A estas alturas decir la historia de cómo surgió Gorillaz está un poco de más. Basta con decir que de la mano de Jamie Hewlett logró dar vida a cuatro personajes (2-D, Noodle, Murdoc y Russell) y a una serie de tracks que muestran una paleta de tonalidades y géneros musicales. Algunos de ellos son el lo-fi garage, hip hop, dub, electrónica e incluso un poco de krautrock.
Sí, puede que todo esto suene demasiado e incluso te maree al leerlo, pero no podrás negar que el disco en su totalidad, todo, todito, lo puedes escuchar sin ningún problema. Sin saltarte de una canción a otra.
Puedes irte desde esos solos de guitarra acústica al inicio de “Re-Hash” que tiene ligeras capas de banjo y sintetizador, hasta la armónica en “Tomorrow Comes Today”, una de las canciones más tristes, melancólicas y que aunque te dan el bajón sigues repitiéndola una y otra vez. También está el scratching imparable en “New Genius (Brother)” y “Sound Check (Gravity)”. O bien, algo más instrumental como “Double Bass” y cosas mucho más movidas con loops mezclados con armónica en “19-200”. Pero si lo que realmente quieres es sabor latino, entonces “Latin Simone (Que Pasa Contigo)” entra para darle un giro de 180 grados a Gorillaz y aunque sientas que está un poco fuera de lugar, al final termina haciéndote bailar y te hace sacar tus mejores pasos de baile gracias a ese buen son cubano.
En un principio se pensó que este disco era el fruto de una sesión de jammin’ entre Damon Albarn y sus amigos stoners (que les gusta la marihuana). Pero más allá de eso, el resultado fue una verdadera maravilla. Alcanzó niveles inimaginables y los colocó dentro del radar de la música universal. Hoy estas canciones son un ícono. Hoy este disco es cantado a todo pulmón en los conciertos. Hoy celebramos que Gorillaz exista y que después de tantos años haya regresado para finalmente escuchar estas rolas que nos movieron en la adolescencia y que cuando las oímos en vivo, nos vuelven a mover cada fibra de nuestro ser porque sí, es la mejor producción que Damon ha hecho jamás.