Hace 10 años sucedió lo que hasta entonces parecía imposible e inimaginable: Pink Floyd se reuniría por primera y última vez después de 24 años de separación con su antiguo integrante y compositor, Roger Waters.
Imagínense cómo estaban las cosas entre ellos que el propio David Gilmour tuvo que pedirle el teléfono de Waters a su amigo Bob Geldof, quien estaba organizando un concierto masivo llamado Live 8, retomando la idea que tuvo décadas atrás con el histórico Live Aid.
Durante muchos años Geldof trató de que ambos músicos hicieran las paces y se reunieran de nueva cuenta, pero Gilmour rechazaba la idea comparándola con el hecho de acostarse con una ex-esposa. para Live 8, Waters tuvo que tomar la iniciativa y explicarle a Pink Floyd la misión del evento: hacer conciencia sobre la pobreza, las deudas económicas y el azote del SIDA en los países en vías de desarrollo para presionar al G8 (una convención de 8 jefes de estado) a tomar acciones frente a estos desafíos. El evento sería encabezado por ellos, la alineación que haría las delicias de millones de personas durante los 70 y parte de los 80, además con la ventaja de que sería por una sola noche.
Gilmour se convenció. Hizo de lado las diferencias y mala leche que tenía contra Waters y se centró en que la causa era más noble e importante que cualquier conflicto entre los dos. “Cualquier pelea trivial que hubiera tenido lugar entre Roger y la banda en el pasado, está enclavada en un contexto, si reformándonos para este concierto logra atraer la atención sobre los objetivos del evento, entonces habrá valido la pena.”
Es así que después de muchas horas y las actuaciones de grandes artistas como Paul McCartney, The Who, Elton John, Madonna, R.E.M., U2, Coldplay, Robbie Williams, Bon Jovi, Stevie Wonder, Dave Matthews, Jay-Z, Brian Wilson, Crosby Stills and Nash, Duran Duran, Tim McGraw y Annie Lennox, finalmente la alineación “clásica” de Pink Floyd tomó el escenario para interpretar junto a Roger Waters empuñando el bajo, los temas “Speak to Me”/”Breathe” unida a su Reprise, “Money”, “Wish You Were Here” y “Comfortably Numb”.
La mayor consternación para la banda fue ejecutar las canciones correctamente. Se asumiría que todos sus integrantes las recuerdan a la perfección pero no era así. Tuvieron que darles una repasada tres días antes del show en unos ensayos. Gilmour cuenta que todos estaban de muy buen humor y que Waters hizo un enorme esfuerzo por no ponerse en plan de jefe y que él mismo también se esforzó por no dejar el papel de jefe (el cual asumió desde que Waters se fue de la banda). De alguna forma esta reunión los ayudó a liberarse de cualquier rencor que pudieran seguir guardando.
El setlist sí causó algo de conflicto. Gilmour se negó rotundamente a tocar la canción más famosa de la banda, “Another Brick in the Wall” pues consideraba que el mensaje anti-educativo no era apropiado para el evento. “Las canciones que Roger quería tocar no eran las que yo pensaba que debíamos interpretar. Los arreglos de las canciones no estaban de la forma que Roger quería. Pero yo fui muy insistente.”
Para hacer más emocional el momento, Waters dirigió unas palabras al público recordando a su líder y fundador, Syd Barrett. “Es muy conmovedor estar parado aquí con estos tres tipos otra vez, después de tantos años, parados aquí para ser contados junto con todos ustedes. De cualquier forma, estamos haciendo esto por la gente que no se encuentra aquí, particularmente, desde luego, para Syd.”
Siendo que Gilmour ya decidió cerrar el libro de Pink Floyd para siempre con su última producción, The Endless River y habiendo fallecido Richard Wright en 2008, queda esto como testimonio de la última vez que Pink Floyd tocaría en vivo.
Revivan este momento en toda su magnificencia.