En Washington, un grupo de tres supuestos criminales liderados por un tal “Miller” ingresaron a una casa habitada por un dealer contrario para cobrarse una deuda que éste tenía con ellos; sin embargo, la persona a quien buscaban no se encontraba en el lugar, por lo que los tres hombres decidieron desahogar su frustración con el inocente roomie que encontraron durmiendo en su casa.

El otro habitante de la casa, quien supuestamente no tiene nada que ver con los negocios de su vecino, tomaba una siesta en la sala cuando los tres hombres irrumpieron en su hogar en búsqueda de su roommate, y al no encontrarlo, decidieron despertarlo a golpes para cubrirlo de semen con una pistola de agua.

Según el testimonio de la víctima, Miller remató su rutina de abuso físico con la frase: “Ahora luces como el resto de mis putas, cubiertas en semen.” 

Después de esto, Miller se retiró de la escena acompañado de sus compinches. Posteriormente, las autoridades llegaron a la escena para encontrar el paliacate que uno los compinches de Miller usó para ocultar su identidad y la pistola de agua cuyo contenido fue confirmado como semen.

Días después, Miller se entregó a las autoridades para, posteriormente, enfrentarse a una sentencia de 18 meses en prisión por el asalto al desprevenido roomie que, seguro, aprendió por las malas a elegir mejor a sus compañeros de departamento.

Entendemos que un par de mafiosos quieran ajustar cuentas entre sí, pero ¿tomarse el tiempo para llenar una pistola de agua con semen para después cubrir a un inocente con él? Eso es demasiado pues hay usos más “nobles” que se le pueden dar a este tipo de juguetes.

***Vía BellinghamHerald.

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