Aunque la afortunada se presentó caliente, llegó después de los 30 minutos establecidos. Con todo, el prometido no dudó y culminó la ceremonia, en espera de una buena noche de bodas.
A pesar de que sobran las personas que nunca han ido para Rusia ni han tenido contacto con mujeres de aquellas latitudes, pero aun así aseguran que las paisanas de Putin sí rifan (y fotografías en internet lo confirman), este ejemplar ruso optó por dejar de buscar una pareja humana y decidió unirse en matrimonio con una pizza, su comida favorita, aseguran medios.
El oriundo de Tomsk, Rusia, decidió contraer nupcias con la siempre apetecible comida chatarra, ya que estaba aburrido de la vida de soltero… sin embargo, le ponía “peros” a los acercamientos con mujeres de carne y hueso: “el amor entre dos humanos es una cosa muy complicada”, justificó.
Otro argumento de este chavo de 22 años para casarse con la de extra queso fue que ésta “no te rechazará o traicionará. Hablando franca y sinceramente, me encanta”.
Para los que seguramente ya empiezan a reclamar porque en la tierra de gélidas temperaturas no aceptan la unión entre personas del mismo sexo, pero bien que andan permitiendo estas excentricidades… no: las autoridades rusas se negaron a registrar oficialmente el matrimonio; lo mismo que la iglesia, cuyo encargado se negó a unir al ruso y la de peperoni.
Al final, el emotivo enlace tuvo lugar en una pizzería local, donde chefs y gerente sirvieron de testigos. Según Metro, el restaurante en cuestión incluso entregó un certificado de la unión en un elegante servilletero.
Pues si a ésas vamos, yo me les caso con una cubana… torta, claro.
