Lo que necesitas saber:
El sentido del olfato es una forma estupenda de viajar por la CDMX, aquí te decimos cómo.
Para definir a qué huele la CDMX, lo primero que podemos decir es que una urbe tan grande no tiene sólo un olor particular, sino más bien una amalgama de aromas que se dividen por zonas. Un collage de fragancias que aparecen y desaparecen mientras avanzamos en el día.
Y es que los olores son una fuente de inspiración y son también pequeñas máquinas del tiempo que nos permiten evocar los momentos importantes de nuestra infancia. No importa dónde hayamos crecido, todos recodamos a qué olía la cocina de nuestra niñez.
Pero además de las casas, las arterias que conforman la ciudad también tienen un olor particular. Algunos sitios huelen a comida callejera, otros a pan recién hecho o a tortillas.
Si pasamos frente a un parque podremos olfatear la tierra mojada, o si nos plantamos al lado de una avenida sentiremos ese hedor distintivo del tráfico. Estos y otros muchos aromas son a lo que huele la CDMX.
La importancia de los olores
El sentido del olfato enriquece nuestra experiencia en el mundo. De acuerdo con los expertos, los humanos podemos percibir hasta 100 mil millones de aromas distintos.
La nariz tiene diferentes combinaciones de células detectoras que son capaces de percibir olores y son personales, lo que significa que todos tenemos sensibilidades olfativas diferentes.
La poesía de los olores consiste en que, una vez que entran por las fosas, se envía información a diferentes partes de nuestro cerebro, y por eso los aromas tienen una gran repercusión en diferentes partes de nuestra existencia.
Aunque no lo notemos, el olor controla muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Activa recuerdos, moviliza emociones, aviva el deseo por la comida y nos puede advertir del peligro, ya que está profundamente relacionado con nuestro instinto.
Los cinco perfumes de la CDMX
Dicho lo anterior, aquí les dejamos una colección de aromas que nos permitirán viajar por un lado inadvertido de esta ciudad. Un viaje olfativo que todos los chilangos y las chilangas tenemos que hacer al menos una vez en la vida. Así huele la CDMX.
El olor de las tortillerías
No importa la alcaldía, en todos los barrios hay una tortillería que inunda la calle con sus aromas. Esa combinación de maíz y humedad que es tan suave como inolvidable. Según muchos turistas, esa fragancia casi neutral de la masa es lo primero que se olfatea cuando aterrizan en CDMX.
El olor a eucalipto
Un árbol fundamental en nuestro paisaje urbano. Se estima que los trajeron en 1874 con el fin de contrarrestar una epidemia de malaria que había en la ciudad, y así mejorar la salud de los habitantes del valle de México.
Las hojas y las ramas de este árbol desprenden un vapor que deambula entre la menta y la madera. Asimismo, tiene algunas notas dulces que adhieren a nuestro olfato haciéndonos notar que estamos debajo de ellos.
El olor a comida callejera
Depende el barrio, del hambre y qué tanto nos guste ese aroma frito que desprende la carne de cerdo o de res, para definir si este aroma es rico o asqueroso. Lo cierto es que independientemente de las subjetividades, este es un olor reconocido por todos.
Basta con salir de cualquier metro para percibir una conglomeración de frituras, carne asada, cebolla y cilantro, todo debajo de nuestra nariz.
El olor a lluvia
La temporada de chubascos dura al menos siete meses en la CDMX, eso quiere decir que es normal que las calles estén húmedas y que percibamos esa fragancia melancólica y etérea de la tierra mojada.
Cuentan los que tienen el don del olfato, que antes de una tormenta, incluso se puede sentir un olor metálico súper particular.
El olor a pan recién hecho
De acuerdo con los cálculos del INEGI, existen en la CDMX alrededor de 2,870 panaderías. Esto significa que esa fragancia, entre tostada y dulce, nos puede atrapar en cualquier esquina y recordarnos que tenemos hambre.
Hay pocos placeres tan geniales como inhalar el perfume del pan recién horneado. Sentir como ese humo suave que se apropia de nuestros sentidos nos hace sentir en casa.