En un aeropuerto de Antalya, Turquía, una niña británica de nueve años pasó por las autoridades aduanales con un pasaporte de juguete que, entre otras cosas, la identifica como Lily, un unicornio mágico y rosa. Afortunadamente, el incidente que dejó al desnudo a la seguridad de la aduana turca, no pasó a mayores.
Los oficiales aduanales incluso sellaron una de las páginas del pasaporte falso de la niñita; sin embargo, se desconoce si el sello fue una especie detalle por parte de los encargados de velar por la seguridad fronteriza de su nación o un verdadero desliz causado por la falta de interés de algún empleado. Después de todo, fue el pasaporte falso el que sellaron y no el real.
No obstante la razón de este descuido, las leyes internacionales exigen que toda persona que entre a un país extranjero sea registrada mediante su pasaporte oficial, no de juguete, no de un unicornio, sino el real.
Lo más curioso del asunto es que el pasaporte ni siquiera luce real. En su portada hay una gran silueta de un oso afelpado con la leyenda “DesignABear“, seguido del mensaje “PASSPORT”. La madre la niña dice que al descubrir el pasaporte falso, ésta entró en pánico por el miedo a ser perseguida por las autoridades turcas; sin embargo, nadie llegó a alegar el fraude involuntario.
Uno pensaría que el adulto que revisaba el pasaporte de la niña tendría la atención de revisar si la foto del pasaporte coincidía con la niña; sin embargo, el documento venía con una imagen de un unicornio de felpa llamado Lily Harris.
¿Pues de cuál estaba fumando?
Poniendo a un lado lo jocoso del asunto, hay que subrayar lo fácil que es meter a casi cualquier persona a través de la aduana de un país sin que haya un registro real o consecuencias en caso que se trate de tráfico de humanos pues si una menor de edad pudo pasar con un documento claramente falso, es probable que “errores” como estos sucedan más de una vez en ésta y otras aduanas.