Stuart Valentino un día se levantó jocosón y decidió tatuarse un reatón de 6.5 pulgadas en su muslo… ni siquiera fue necesario ir a un estudio: él mismo se hizo el abultado diseño con la ayuda de la máquina para tatuar de su esposa.
Obviamente para hacer tamaña idiotez el buen Stuart se encontraba con unas caguamas encima… y claro que el resultado no fue del agrado de Samantha –nombre de la atormentada esposa-, quien decidió abandonar al susodicho, para ver si así se le que quita lo cábula.
Pero no se pongan tristes, esta historia podría tener un final feliz, todo gracias a que el imbécil Stuart se someterá a terapias de láser para borrar el indecoroso tatuaje, esto en una clínica en Portsmouth, Hampshire, en Inglaterra. Y mientras tanto evitará usar bermudas o cualquier ropa que deje a la vista el homenaje en vida al célebre Elver.
“Ésta es mi última oportunidad de regresar con mi esposa (…) Fue doloroso, pero vale la pena”, comentó el sujeto… no sabemos si en relación a la terapia o sólo a su costo: 1000 libras esterlinas le salió el chistecito.
Mr. Valentino confesó que el tatuaje dañó su vida familiar… y cómo no: ya no podía ir a nadar con su hija sin que nadie pensara que se trataba de un pervertido. “Estuvimos discutiendo sin parar. Costaría cerca de 1.000 £ eliminarlo, algo que podría haber gastado en unas vacaciones en familia (…) Finalmente el mes pasado Samantha anunció que no podía soportarlo más, y me dejó”.
“No tenía idea que una broma podría arruinar mi vida. Estoy devastado He perdido a mi familia, y estoy frustrado conmigo mismo. No puedo culpar a nadie más”…
Corrección Sr. Valentino (sí, sabemos que nos lee y es fan del “miércoles de lavaderos”): no sólo fue esa broma. Previamente se llevó el reconocimiento al “Marido más molesto del mundo”… el título le queda chico: publicó en YouTube una serie de bromas de nivel exquisito, tales como abofetear a su esposa con un pescado muerto; hacerla vomitar al decirle que comió popo de gato… o dibujarle la cara de un monito en su parte íntima, mientras dormía. Cosas así de vaciladoras.
¿La ofendida regresará cuando borre por completo el tatuaje? Armen la quiniela.