Hasta hace un par de años, Sochi era uno de esos lugares de los que sabíamos absolutamente nada. ¿Sochi, de Xochimilco? No, se trata una localidad ubicada en al sur de Rusia, casi en la frontera con Georgia y en los límites con Azerbayan. De un lado están las montañas nevadas del Cáucaso, por el otro, el mar negro que en cuestión de kilómetros, nos lleva a Turquía, Rumania o Bulgaria.
Durante muchos años, Sochi fue el destino predilecto de Iosif Stalin para vacacionar, de hecho, una de las primeras imágenes que uno ve cuando camina por las calles del centro es justamente un gigantesco mural en donde yace la imagen del dictador soviético.
Tras la Perestroika y el fin de la Union Soviética, Sochi se convirtió en una especie de pueblo fantasma, un lugar con impresionantes recursos naturales como montañas, bosques, cascadas y mares que poco tardaron en ser descubiertos por Vladimir Putin.
¿Su misión? Hacer de Sochi uno de los principales destinos turísticos de Europa del Este. Pero una cosa son las promesas y otras las realidades.
La ambición de Putin, hizo que en el 2007 Sochi fuera elegida como sede olímpica para los juegos de invierno celebrados en el 2014, con una inversión que superó los 35 mil millones de dólares, lo cuál no es cosa menor si tomamos en cuenta que con menos de este presupuesto, Brasil organizó el Mundial del 2014 y los Olímpicos de Rio, aunque extraoficialmente se dice que el verdadero costo de los juegos de Sochi, rebasó los 50 mil millones de verdes.
Y es que las olimpiadas fueron tan solo el pretexto para reconstruir toda una ciudad, aeropuertos, carreteras, centros recreativos y sobre todo deportivos: Arenas, Estadios,….. La pregunta era si Sochi podría sobrevivir a esta gran inversión o si terminaría convirtiéndose en un gran elefante blanco, tal y como ocurrió con otras sedes como Sudáfrica y Brasil en donde los parques y estadios construidos para el mundial y los olímpicos quedaron en el abandono.
Tres años después de los juegos de invierno, Sochi es todo lo contrario y sin saberlo, se han convertido en uno de los principales destinos turísticos y deportivos de toda Europa, que cuenta con gran demanda durante todo el año.
En invierno, cuentan con las mejores estaciones de hielo para esquiar en la Krasnaia Poliana además de dos palacios con grandes pistas para practicar hockey y patinaje. En verano, el mar y la arena son el pretexto perfecto para que los rusos quieran aprovechar las vacaciones.
Y para los que amamos el deporte, Sochi se convirtió rápidamente en un referente, pues tras las olimpiadas, se convirtió en sede del Gran Premio de Rusia de Formula 1, este año albergará tres partidos de Copa Confederaciones y el próximo año, también será sede mundialista de Rusia 2018.
Por si fuera poco, el centro de patinaje sobre hielo que abre en invierno, se ha convertido en una importante academia de tenis en el verano. Y es que al final, Sochi es cuna del máximo orgullo del tenis en Rusia: Maria Sharapova.
Así es como en cuestión de años, Sochi pasó de ser una ciudad fantasma, a un destino, que comienza a distinguirse por las grandes aglomeraciones de turistas durante todo el año, y que desde ya, es una de nuestras sedes favoritas para el Mundial de Rusia 2018.