Lo que necesitas saber:
Más que un reserva natural, las Fuentes Brotantes ofrecen la perfecta escapada dentro de la ciudad, los fines de semana.
La Ciudad de México es uno de los lugares donde se concentra el ruido, el tráfico y los grandes asentamientos humanos en México. No obstante, de tanto en tanto, vale la pena escapar y refugiarse en alguna reserva natural, y qué mejor si en ella se conserva la naturaleza desde hace muchos años, tal es el caso de los manantiales que nacen en las faldas del Ajusco: las Fuentes Brotantes.
No hablamos de cualquier pulmón verde de la CDMX, sino de un verdadero paraíso en el corazón de Tlalpan. Un sitio que en 1936 fue declarado Parque Nacional debido a sus ojos de agua limpia, sus senderos, sus especies vegetales endémicas y las vistas únicas a una de las montañas más emblemáticas de la capital.
Desde hace casi un siglo, este espacio ha servido como un centro de recreación para los chilangos que viven en el sur, en particular cerca del pueblo de Santa Úrsula Xitla.
Actualmente las fuentes cuentan con ocho hectáreas y son la mejor opción para los que quieren pasar el día entre tortugas, patos y árboles de eucalipto y cedros tan grandes que parece que acarician el cielo.
Por si lo anterior fuera poco, las Fuentes Brotantes ofrecen un pequeño muestrario de la gastronomía del bosque que siempre se puede probar en las afueras de la Ciudad de México. Quesadillas de tortillas hechas a mano, salsas que sí pican y una buena colección de sopas que calientan el alma; la más famosa, el caldo de hongos.
Con esto en mente y para que les den ganas de ir a conocer el parque, aquí les dejamos algunas leyendas y curiosidades de esta joya verde e inadvertida de la capital mexicana.
La historia de las Fuentes Brotantes en la CDMX
Como tantas partes de la Ciudad de México, este predio fue en su momento parte de una hacienda. El agua pura de los manantiales servía para abastecer las alejadas poblaciones del Ajusco y de las primeras colonias de la Alcaldía de Tlalpan.
Tristemente, en el siglo XVIII, los paradisiacos terrenos pasaron a formar parte de una fábrica de hilos conocida como La Fama. Una maquiladora que durante décadas extrajo el agua sin límite y se apropió del bosque que rodeaba las faldas de la montaña.
Como era de esperarse, el deterioro comenzó a verse muy pronto, hasta que el presidente Lázaro Cárdenas fue a conocer el espacio, se enamoró y por decreto lo nombró Parque Nacional en 1938.
Este acto les dio la oportunidad a miles de personas de conocer cómo funciona el agua pura que cae de los cerros y erosiona la tierra. También de formar una comunidad con la naturaleza de forma gratuita.
Flora y fauna en las Fuentes Brotantes
Como lo mencionamos anteriormente, esta Reserva Natural nació de una barranca fantástica en la que nacen pequeños manantiales, que se forman del agua que cae de la Sierra del Ajusco. Este fenómeno natural genera condiciones naturales únicas en la Ciudad de México.
Hace un siglo, en el sitio había al menos 50 ojos de agua naturales, tristemente en estas épocas queda sólo uno, que a su vez alimenta una especie de lago artificial.
El tipo de agua de montaña propicia que en el sitio exista una gran variedad de especies animales y vegetales que todavía hoy, a pensar de la sobre urbanización, se resguardan en estos paisajes sureños.
En lo que a fauna se refiere, hay una buena cantidad de patos, cisnes, algunas tortugas y una colección interminable de especies marinas, entre las que están las salamandras, endémicas de la ciudad.
También se pueden encontrar reptiles de todos tipos, algunas víboras, pájaros carpinteros y uno que otro colibrí succionando a una flor.
Asimismo, en las Fuentes Brotantes también hay plantas y árboles. Debajo del cerro hay un bosque hermoso y aromático, integrado por cedros, eucaliptos, encinos y pinos.
Además, se puede contemplar uno que otro ahuehuete y algunas especies endémicas como la oreja de burro, un tipo de suculenta extrañísimo.
La leyenda de la Llorona en las Fuentes Brotantes
De acuerdo con los cuidadores del bosque en algunas noches sin luna, donde solo hay una oscuridad profunda, se escuchan, ente los pasillos de árboles y el manantial, los alaridos de una mujer dolida que parece estar en busca de algo que nunca va a encontrar.
Según los testimonios, la fantasma va vestida de blanco y está peinada con una larga trenza de pelo negro. Se aparece después de la media noche y solo se pueden escuchar sus lamentos, sin palabras. Hay quienes piensan que se trata de la Llorona original, aunque nadie puede asegurarlo.
Cuentan los que saben que en los años 30 un hombre llamado Dionisio aseguró haberla visto cerca del lago, pedía ayuda. Él se acercó y cuando la contempló de cerca, se quedó tan impactado que se quedó ciego, nunca pudo describir qué fue lo que vio ¿será posible?
Dirección de Fuentes Brotantes
Av de Las Fuentes, Col. Fuentes Brotantes, Alc. Tlalpan
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