Nada mejor para acompañar un rico corte de carne que una buena copa de vino.
La combinación es magnífica y hace de la comida, un momento inolvidable. Es por eso que cuando notamos que no tenemos un sacacorchos, nuestro mundo se vienen abajo y el caos y la destrucción comienzan.
Y es que a diferencia de una cerveza, las botellas de vino no se pueden abrir con la orilla de la mesa o utilizando cualquier cosa.
¿O sí se podrá?
Bendito sea la persona que descubrió este maravilloso método. Obviamente hay que hacerlo con cierto cuidado, es muy posible que en vez de sacar el corcho lo introduzcamos aún más y pues, ya ni llorar es bueno.
Claro, que lo mejor es estar sobrio antes de intentar esta hazaña. Y pues ya que es viernes, que role el chupe, que le mundo se va acabar.