Entre los pequeños callejones del Barrio de Santo Domingo, en Coyoacán, emerge un palacio de piedra que en otras épocas fue la fortaleza de Diego Rivera y su gran sueño de construir una ciudad de las artes para los capitalinos. Hablamos del Museo Anahuacalli, un espacio asombroso, que hay que visitar al menos una vez en la vida; sobre todo si queremos conocer bien las raíces de México.
Este recinto se hizo realidad en junio de 1940, sin otra intención que ser un centro de arte que capacitara talentos mexicanos y en sobre todo, un refugio para la cuantiosa colección que Rivera tenía de piezas precolombinas.
Miles y miles de objetos prehispánicos que Diego acumuló a lo largo de su vida. Piezas impactantes que están lejos del INAH y de los museos tradicionales. Desde dioses que inventan el viento, hasta gemelos deformes que nos cuentan la forma en la que los pueblos originarios concebían el arte.
Al respecto, Frida Kahlo comentó en una carta: “Después de la pintura, lo que más ama Diego son a sus ídolos..”.
Hay que destacar que para lograr la edificación del museo, hubo que involucrar a algunas de las mentes más poderosas de nuestro país.
La museografía estuvo a cargo de Carlos Pellicer, y varios de los acabados en los techos y muros se realizaron gracias a la creatividad del gran Juan O ´Gorman. Esto por solo mencionar dos, de todos los genios que han pasado por ahí.
El Museo Anahuacalli y el Xitle
Para su construcción, se eligió un gran predio ubicado en el corazón del Pedregal de San Ángel. Un espacio tan exhuberante y raro que a medidos del siglo XX, ya había conquistado la inspración de grandes artistas, como Velasco o Barragán.
Se trata de un terreno inmenso, con vegetación árida. En el que abundaba la piedra volcánica que cayó tras la aparatosa explosión del Xitle. Dicho esto, las pirdras que podemos contemplar aquí no se parecen a nada.
En ese sentido, este museo, además exhibir nuestra cosmogonía, es también un espacio ecológico en el que existen infinidad de especies de flora y fauna endémicas. Árboles que florecen en invierno y muchas, muchas mariposas blancas que para los azetcas significaban el resurgimiento de la vida.
El paisaje es tan bonito que cada domingo, el que así lo desee puede ir a recorrerlo en compañía de especialistas.
Los tres universos del Museo Anahuacalli
Cuando uno entra al Anauacalli lo primero que llama la atención es una inmensa estructura de piedra que parece una castillo impenetrable. Desde su construcción, esta fortaleza fue pensada para que todas las personas que entran salgan transformadas.
Cada detalle de su fachada, emula tanto los basamentos piramidales prehispánicos que se pueden observar en el centro y sur de México, como los estilos de cabañas en las que viven algunos pobladores originarios.
Asi mismo, el fastuoso edificio está dividido en tres niveles, cada uno representa literalmente una parte de un viaje de descubrimiento.
Si bajamos las escaleras podemos visitar el inframundo; un sitio oscuro y críptico que representa lo más profundo de nuestro ser. Ese recoveco en el que viven nuestros demonios y nuestras vicisitudes. Aquí podemos contemplarla estatua de un sapo, como clara referencia al alias de Diego Rivera.
Los pisos de en medio simbolizan el mundo terrenal. En este punto se pueden recorrer diversas salas en las que se resguarda gran parte de la colección de Rivera.
En estos pisos hay piezas de los más raras, como un cuerpo de piedra abierto y hasta un pasillo con freaks. Hay que destacar las grandes serpientes prehispánicas que asechan desde los techos.
En el mundo terrenal también hay la oportunidad de visitar lo que Diego pensó que iba a ser su estudio. Un espacio iluminado, lleno de ventanas en el que además, están los bosquejos de algunos de sus murales más importantes que hizo durante su vida.
Finalmente, escaleras arriba existe la posibilidad de subir al supra mundo. Un mirador, de pisos grabados con imágenes ancestrales, en los que aparece el paisaje del su de la Ciudad de México.
Es además, una oportunidad hermosa de recorrer con la mirada el espacio ecológico del Anahuacalli.
El Anahucalli en el 2022
Tras muchos años y muchos proyectos, al fin se logró edificar el sueño de Diego Rivera. En 2021 se inauguró una ampliación asombrosa que tardó años en terminarse y que se hizo con el único objetivo de fundar una verdadera ciudad de las artes en el sur de la capital mexicana.
El proyecto estuvo a cargo de Mauricio Rocha, un arquitecto que, como lo hizo el pintor en su tiempo, tomó como inspiración la estructura rocosa del Pedregal y generó un grupo de edificios en perfecta armonía con la naturaleza. La intención estética es complemetar a la nave principal y generar un diálogo abierto con la lava.
En esta ampliación se hicieron salones para impartir todo tipo de talleres, desde danza, cerámica y poesía, hasta clases de fotografía. También se construyó una nueva bodega en la que están exhibidas algunas piezas inéditas de la colección de Rivera.
Por otro lado, basta consultar las redes sociales del museo para saber que siempre hay un evento hermoso, capaz de involucrarnos con nuestra cultura y nuestra esencia más profunda.
El Anaucalli abre de martes a domingo. La entrada general para los mexicanos es de 80 pesos, aunque hay todo tipo de descuentos para vecinos de la zona y estudiantes con credencial.