Ya está llegando el frío y con ello las ganas de tomarse algo calientito. ¿Y qué me dices de echarse un pancito? ¡Uff! Estás fechas, sin duda, son de café de olla y pan de muerto, ¿a poco no? Ese es el combo ganador para darnos ese calorcito de hogar con su toque de nostalgia que nos apapacha.
Y es que como enamorados del café que somos, los mexicanos teníamos que crear nuestra propia versión, con las especies y los sabores típicos de nuestra cocina. Sí, para muchos de nosotros es volver a recordar a nuestros seres queridos cada vez que damos un sorbo, pero para el mundo es la forma más mexicana de disfrutar el café. Por ello, acá te dejamos algunos datos que debes saber sí o sí de esta tradicional bebida mexicana.
¿Existió durante la época prehispánica?
Hay muchas teorías que así lo afirman, pero no. Se estima que el café llegó a México alrededor del siglo XVIII, arribando específicamente al puerto de Veracruz. Lo que sí es que hay una bebida que pudo ser su antecesora. Según algunos historiadores, Moctezuma consumía una bebida hecha con miel, maíz y cacao, lo que pudo influenciar de alguna manera la creación del café de olla.
Las adelitas lo sirvieron en la Revolución Mexicana
El origen del café de olla se le atribuye a las adelitas durante la Revolución Mexicana allá al principio del siglo XX. Sí, ahí mientras andaban en “la bola”, las también llamadas soldaderas se dieron cuenta que los soldados necesitaban energía para seguir en batalla, por lo que preparaban este café endulzado con piloncillo y especias para que fuera del agrado de todos, sobre todo durante los días más fríos donde tomarse un bebida calientita era de cajón.
Hay de ollas a ollas
Ajá, como su nombre lo dice, la manera tradicional de hacer este café es en olla. Hace algunas generaciones era indispensable que fuera en olla de barro, pero conforme han pasado los años, ya es aceptada la olla de peltre. Pero acá entre nos, cualquier ollita que tengas en casa se rifa, sobre todo si es de esas antigüitas de peltre que te heredó tu mamá. El punto acá es el sabor, eso es lo importante.
La receta de la abuela no siempre es la misma
La verdad es que el aroma del piloncillo y la canela del café de olla nos remonta a la casa de la abuela, a sus anécdotas y cómo en esta época poníamos el altar de muertos mientras nos tomábamos un jarrito de café con su respectivo pancito y recordábamos a los que se nos adelantaron.
Ahhh el café de olla es nostalgia en una taza, pero ese recuerdo no es el mismo para todos, pues dependiendo de la región es la receta que se utiliza. Los infaltables son el piloncillo y la canela, pero hay quienes le ponen clavo, anís, ralladura de naranja, y a veces hasta chocolate.
Por la dificultad de encontrar un molino o darle justo al molido perfecto, antes se hacía con los granos de café enteros, pero ahora ya no es necesario porque hubo un héroe sin capa que creó el café de olla perfecto listo para disfrutar.
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