Lo que necesitas saber:
Ya estamos acostumbrados a que cada vez que vamos a votar recibimos una mancha de tinta en el pulgar. Aquí algunos datos importantes y curiosidades sobre la tinta electoral.
Viene la elección más grande (e importante) que México haya tenido en su historia. El domingo nos toca despertar temprano, desempolvar nuestra credencial de elector e ir a votar por el proyecto que más le convenga al futuro de este país. Esto es lo que hay que saber sobre la misteriosa tinta electoral.
El proceso de votación es fácil; una fila, una lista, una boleta, un tache y luego uno de los momentos más misteriosos, la tinta electoral en nuestro dedo índice.
Más que un poco de colorante sobre nuestra huella, la también llamada “tinta indeleble” es una herramienta que usan algunas democracias del mundo para generar entre los votantes certidumbre y prevenir cualquier tipo de fraude electoral que se avecine.
Lo que pocos saben es que se trata de un invento mexicano, aquí te contamos los pormenores.
¿Para qué sirve la tinta electoral?
De acuerdo al Instituto Nacional Electoral, se usa para evitar que un votante emita más de un voto. Es una forma barata, eficaz y sencilla de hacer valer la democracia, y así evitar algunas de las malas prácticas que ocurrieron en los procesos electorales del siglo XX.
Es en otras palabras, es un método de seguridad adicional para que los votantes confíen en el proceso. Hay que destacar que actualmente este tipo de mancha se usa en Colombia, Chile, India, algunos países de África y Perú, donde es obligatorio meter medio dedo en la pintura.
¿De qué está hecha?
Lo primero que podemos decir sobre la tinta electoral es que no es una tinta, es más bien un pigmento resistente a los disolventes comunes que sólo se quita con la descamación natural de la piel, varios días después. Según el científico que la inventó, la única manera de quitarla sería con una navaja.
Asimismo, vale la pena destacar que este tipo de tinta se hace de nitrato de plata, un tipo de sal que se tiñe automáticamente cuando entra en contacto con la luz. Algunos líquidos electorales están hechos a base de agua, otros de alcohol para permitir que la tinta en cuestión se seque rápido.
¿Cómo llegó la tinta electoral a México?
En 1994, el país se preparaba para unas elecciones, federales y estatales, por demás complicadas. Entre rumores de crisis, el asesinato al candidato del PRI, la insurrección de los Zapatistas a la vida pública y la poca confianza que había tras el caótico proceso electoral de 1988, esta coyuntura auguraba un verdadero desastre.
Para evitar suspicacias y crear una jornada mas limpia, se fundó el Instituto Federal Electoral, que no sólo emitió las famosas credenciales, sino que metió a los votantes a un padrón, instaló casillas e introdujo por primera vez la tinta electoral.
Lo que pocos saben es que el IFE lanzó un concurso internacional para decidir cuál sería la tinta indeleble ganadora. Tras la convocatoria se recibieron 53 muestras, la última llegó en un recipiente pequeño y estaba chorreándose y era el invento del maestro Filiberto Vázquez.
La tinta llegó para quedarse
Para juzgar la calidad de los tintes, se usó la pericia de los expertos del Politécnico Nacional, quienes determinarían la calidad de todos los líquidos indelebles participantes. El ganador fue el maestro Filiberto, entre otras cosas porque no había manera de quitar su líquido en las primeras doce horas.
Este invento nació en el Laboratorio de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas y ha funcionado al menos por veinticuatro años. Se ha usado en el dedo derecho de los votantes mexicanos en al menos cinco elecciones federales y es de color marrón para que no se asocie con ningún partido.
Hay que destacar que su taller de pigmento indeleble todavía está en pie y todavía provee al ahora INE. Según lo comentó el inventor en una entrevista a CNN:
“Estoy aportando a una causa muy importante en estos días, que es la democracia”.
***
¿Ustedes que piensan? Esto es lo que hay que saber sobre la misteriosa tinta electoral. Sin duda vale la pena mancharse el dedo para vivir en un país en el que todas y todos podamos votar.