Hoy recordamos un año más del aniversario luctuoso del pintor mexicano, Rufino Tamayo, quien murió el 24 de junio de 1991, a los 92 años de edad.

Considerado como uno de los pintores mexicanos de mayor importancia del Siglo XX, el Maestro Tamayo fue de los primeros artistas latinoamericanos que obtuvo reconocimiento internacional, junto a Diego Rivera, David Siqueiros y José Clemente Orozco.

Y con lo ocurrido recientemente en Oaxaca, tierra en la que nació, ahora es más importante que nunca el redescubrir el trabajo del Maestro Tamayo.

Caracterizado por el uso de temáticas autóctonas y el uso del cubismo, Tamayo comenzó con proyectos modestos, pasando por lo murales. Para él, la politización significaba emplear recursos artísticos para hacerlos pasar por artísticos.

Además de esto, Tamayo recuperó la pintura de caballete, combinándola con la pintura mural para dotarla de un carácter social. Obras como “La Revolución” y “Las Mujeres de Tehuantepec”, marcaron su trabajo, llevándolo a diferentes partes del mundo como New York.

Haciendo uso de figuras antropomórficas y haciendo del color el protagonista. Acentuando sus proporciones precolombinas, sus obras derivaron en encargos para amplias decoraciones murales como: “El Homenaje a la raza”, “México hoy”, “América”, el mural más grande en el que trabajo, “Prometeo” y “Eclipse total”.

Y por supuesto, sus famosas sandías, con las cuales reflejaba una gran sentimiento de sensualidad… sí, sensualidad.

La magnitud de su trabajo, se ve reflejado en el precio que sus obras han llegado a alcanzar, siendo subastadas en los miles de euros.

Para aquellos que quieran ver su obra en vivo y a color, visiten el Museo Tamayo Arte Contemporáneo.

A pesar de que en este día recordamos su muerte, porque mejor no celebramos su vida y obra, con la cual dejó en alto el nombre de México, demostrando que el arte es algo que nace del corazón y la pasión.

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