Tal vez a algunas personas les divierta ver a Ronald McDonald’s crucificado, pero en una parte del mundo eso es considerado como una ofensa imperdonable. Recientemente se desató gran polémica debido a que una estatua del personaje, que aparecía clavado en una cruz, apareciera en la exhibición de un museo.

Este “McJesús” se mostró en el Museo Haifa, ubicado precisamente en la ciudad de Haifa, Israel. De acuerdo con la descripción de su creador, el artista finlandés Jani Leinone, la escultura sirve como crítica hacia la sociedad que venera el capitalismo y las corporaciones. Una pieza con una descripción ingeniosa, pero muy mal recibida por los israelís.

¿Por qué habrían de ofenderse? Bueno, como saben, esa nación se caracterizar por su gran devoción a la religión. Varios cristianos en Haifa se enfurecieron al ver que un artista extranjero se “burlaba” de una de sus figuras más queridas, así que realizaron protestas para que removieran su obra.

Los representantes de las iglesias locales adoptaron un enfoque más pacífico, presentando así sus quejas ante el tribunal de distrito donde exigieron la eliminación de la pieza. También objetaron la exhibición de las versiones de muñecas Barbie de Jesús y la Virgen María, porque también las consideraban como una falta de respeto.

Tomando en cuenta que la pieza ha estado en exhibición durante meses (y se ha mostrado en otros países sin problemas), el director del museo, Nissim Tal, se sorprendió por todo el alboroto causado hasta ahora. Al igual que con la mayoría de las cosas en estos días, parece que la indignación se debe a que los visitantes que comparten fotos y sus reacciones en las redes sociales.

Por otro lado, el museo se ha negado a retirar la exposición, citando que hacerlo infringiría la libertad de expresión. Podría decirse que fue una pequeña victoria para Leinone, cuyo mensaje no era ofender las creencias de los demás, sino criticar un tema completamente diferente.

Obviamente, la gente religiosa tiene una idea diferente de lo que constituye libertad de expresión:

“Necesitamos entender que la libertad de expresión se interpreta de diferentes maneras en diferentes sociedades”, dijo Wadie Abu Nassar, asesora de líderes de la iglesia. “Si esta obra fuera dirigida contra los no cristianos, el mundo se pondría al revés”.

Finalmente, para eliminar parte de la tensión, el museo optó por colocar una cortina sobre la entrada de la exposición y ha publicado un cartel que anuncia que el arte no pretende ofender.

“Esto es lo máximo que podemos hacer”, dijo Tal. “Si nos deshacemos del arte, al día siguiente tendríamos políticos exigiendo que eliminemos otras cosas y terminaríamos solo con imágenes coloridas de flores en el museo”.

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