Hay cosas que uno no le desea ni a su peor enemigo, por ejemplo, que recién laves tu coche y que llegue una paloma a hacer sus malditas gracias, o que te estés bañando bien sabroso y de repente te quedes todo “jabonado”. No, eso no se le desea ni a un archienemigo, bueno a Trump sí, él que chsm.
Dentro de estas cosas indeseables, imagina que terminas de comer una rica corteza de cerdo (chicharrón, pa’ los cuates), y a la hora de pagar, estás tan distraído que en lugar de poner la propina, pones tu NIP. Jesúscristo redentor… ¿qué haces aparte de llorar en un rincón desconsoladamente?
Algo así le pasó a una pobre mujer, pues en lugar de dejar ese 10, 15, o hasta 20% de propina, puso su NIP en la terminal, y su NIP es 7732, o sea que dejó 7,732 dólares de propina, lo cual con esta preciosa devaluación (¡Gracias, Henry!) son algo así como 150 mil pesos. WTF?!
Olesja Schemjakowa es esta triste mujer rusa sin suerte de 37 años, quien se encontraba con su hijo en el café New Point, cerca de Zurich, Suiza, tomando una taza café y comiendo un pastel de chocolate. Al terminar, ella pagó la cuenta con su tarjeta de crédito. Pero a la hora de “su cuenta va a ser cerrada, joven?”, ingresó accidentalmente su PIN de cuatro dígitos en el teclado. Eso significó que su brunch pasó de 23.70 dólares a un mega infarto de $ 7,709.
El PIN-7686 de Schemjakowa agregó una propina de 32,000% a su comida, (algo así como el mesero que no dejaba de sonreír por su propina de $25000) y lo peor de todo es que ella no se dio cuenta hasta que recibió su factura de la tarjeta de crédito hasta el siguiente mes… ps es que ni cómo ayudarla. Pero eso no es lo peor de la situación, pues según el noticiero suizo Blick, ella llamó a su banco para explicar la situación pero le dijeron que lo lamentaban mucho, pero que un cargo accidental no es lo mismo que uno fraudulento. Después fue con la policía local, pero corrió con la misma suerte, pues le dijeron que no era “criminalmente relevante”. Algo así como:
Pero calma, eso todavía no es lo peor de esta trágica historia, pues Cengiz Gökduman, el propietario de New Point, le dijo que le devolvería su dinero, pero luego le aplicó las mismas maniobras que un estafador de la Buenos Aires, y dejó de hablar con ella, para después cerrar su restaurante y declararse en bancarrota.
Ya se parece a alguien…