El lunes 6 de mayo salió la noticia del nacimiento del bebé que estaban esperando el príncipe Harry, nieto de Isabel II, y al exactriz estadounidense Meghan Markle. El sexo del bebé, un niño, también fue noticia y el hecho de que es el primer bebé dentro de la realeza en tender ascendencia afroamericana. El matrimonio de Markle y Harry fue todo un “escándalo”: mujer divorciada, mayor que el príncipe, no británica y con orígen afroamericano.
Este bebé no es la excepción y al fin salieron las primeras imágenes de un niño que está “condenado” a vivir bajo la mirada pública por el resto de su vida. Ante los medios seleccionados, en una de las entradas de Windsor, los padres dijeron: “Es mágico, y en verdad es increíble. Tengo a los dos mejores hombres del mundo. Y soy muy feliz”, dijo Meghan Markle.
¿Cuál es el futuro de este bebé? Aún es incierto y cualquier cosa puede suceder. Las posibilidades de que llegue al trono son remotas, pues primero se encuentra su abuelo Carlos seguido de su tío William y sus tres primos, los príncipes Jorge, Carlota y Luis Arturo para dar paso a su padre, Harry, y luego él ocupar su lugar. Sin embargo, es una realidad que deberá seguir algunas tradiciones y protocolos reales como símbolo de Reino Unido.
Las sociedades encuentran en las figuras públicas, distintas formas de vivir realidades que les resultan muy ajenas. No es una crítica, sino un intento por comprender cómo funciona el imaginario colectivo y su reacción ante la llegada de un nuevo “objeto” de adoración en el que se depositen diversos aspectos como la esperanza, ideologías políticas, culturales y sociales y el planteamiento del mundo.
No es una novedad. Deportistas sirven como representantes al igual que actores y actrices que se ven obligados en algunos casos a tomar posturas políticas, sociales y económicas ante un problema. Incluso personajes ficticios logran superar su historia creada para entrar al mundo real a través, precisamente, de esas personas que los toman como referencia. El universo cinematográfico de Marvel es un gran ejemplo. Ni qué decir del mundo de aparente fantasía de la realeza europea en la que se mantienen algunos protocolos.
Todavía existen los príncipes y las princesas, las bodas reales, los amoríos prohibidos, los escándalos que se deben mantener en silencio, las tragedias y el nacimiento de bebés que algún día heredarán un trono que es meramente simbólico. Esto sucede con la monarquía más popular de la actualidad, la británica.
Desde la presencia de Lady D como un ícono de la cultura popular (cuya muerte nos dejó varias lecciones en distintos aspectos como el trato de los medios hacia esas figuras), la corona de Reino Unido se mantiene como centro de atención no sólo de su población, sino del mundo. Por eso, es una noticia internacional y relevante el nacimiento de un nuevo “royal baby” que aunque se encuentra en el séptimo lugar de la línea de sucesión al trono (sus posibilidad son remotas), es noticia.