Estamos en una época en la que los avances tecnológicos están haciéndose notar en todos los aspectos de nuestra vida y cuando decimos todos, nos referimos también a los más íntimos. Por esa simple razón es que temas como el porno en realidad virtual y la infidelidad en conjunto, son totalmente relevantes.

Suena súper descabellado, ¿no es así? El hecho de pensar que alguien podría resultar traicionado debido a una situación completamente ficticia, que meramente tiene como objetivo el placer sexual. Sin embargo, existe un estudio que nos plantea un futuro en el que la percepción del ser humano ya no lo empujaría a buscar el contacto físico… ni siquiera para ponerle el cuerno a su pareja.

Un estudio que muestra un futuro oscuro para la realidad virtual

Foto de Rich Polk//Getty Images

Es un poco complicado, pero según lo que describe la publicación de la Universidad de Newcastle, titulada The “reality” of virtual reality pornography, el resultado de recurrir al entretenimiento para adultos en VR podría distorsionar nuestra percepción de lo que es real y lo que no.

Para entender esto hay que tomar en cuenta que, actualmente, la sociedad ha creado estándar de belleza basado únicamente en lo que nos dejan ver las redes sociales. Si una persona es capaz de lucir un buen físico en fotos o videos, es muy probable que sea considerada atractiva para los demás.

Lo mismo ocurre con cualquier clase de interacción social, ya que, hoy en día, la gente suele relacionarse más por Internet que en carne propia. Por eso ni hablar de lo que podría ocurrir en el futuro.

Tomando en cuenta esto, sólo necesitamos usar el mismo formato para traducirlo en el asunto del sexo. Un individuo que pueda obtener lo que busca de manera más fácil y sin complicaciones, que además esté familiarizado con la tecnología, podría comenzar a meditar si realmente necesita el contacto físico de alguien más para satisfacer sus necesidades.

Ahora que hemos aclarado estos puntos, sólo nos falta saber lo que opina Matthew Wood, el autor del estudio:

Nuestra investigación se enfocó no sólo en ese ideal de perfección, sino también en una mezcla entre la realidad y la fantasía. Algunos de nuestros hallazgos resaltaron el potencial de poder crear modelos tridimensionales de gente real que vemos cotidianamente, aumentando así las dudas sobre si el consentimiento de lo sexual importa en las experiencias VR. Por ejemplo, si un usuario creara una versión virtual de su novia real, ¿éste no podría practicar cosas con ella que en una situación normal no le permitiría? Uno de nuestros descubrimientos sugiere que usar pornografía en VR podría ser equivalente a ser infiel a las parejas, porque la experiencia podría ser demasiado real para las personas.

Sin duda son especulaciones bastante serias y, en nuestra opinión, dignas de dejarnos pensando por un buen rato.

No estamos del todo seguros de que nuestra generación o la siguiente anuncien los primeros casos de infidelidad causada por amoríos virtuales, pero ahora sabemos que tal cosa es totalmente posible. ¿Eso significa que debemos disfrutar de hacer el dulce amor en la vida real mientras podamos?

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