Cuando uno ama a su mascota, cualquier esfuerzo por mantenerla feliz y saludable es poca cosa. Después de todo, el lazo que se forma entre un animal y un ser humano puede llegar a ser tan fuerte, que a veces ni siquiera otras personas pueden ocupar ese sitio en el corazón de ambos en caso de que alguno haga falta.
No necesitan pensarlo, porque es una cuestión del corazón.
Como ejemplo de amistades largas y profundas, tenemos la historia de Sally, un pez dorado que recientemente cumplió 23 años de edad. Normalmente escuchamos que una criatura acuática (sin contar a las tortugas) no permanece mucho tiempo en este mundo para contar grandes relatos, pero tal no es el caso aquí, porque de alguna manera esta heroína ha sabido aferrarse a la vida con sus frágiles aletas.
Hablando de aletas frágiles, hace poco Sally perdió la capacidad de mantenerse a flote por su cuenta. Cualquiera que la viera forcejeando en el suelo de su pecera sentiría un vuelco en el corazón, pero no su cuate Aidan. El londinense, que es novio de la dueña del pez, no iba a dejar que su amiga se quedara ahí tirada, por eso estaría dispuesto a crear un artefacto con el que esta pudiera volver a nadar felizmente.
Así fue como, después de algunos intentos fallidos, el muchacho creó un “chaleco salvavidas” compuesto por un pedazo de bikini de su novia y un corcho. Como podrán ver más abajo, el invento funcionó y ahora la protagonista de esta historia puede nadar sin problemas.
Es imposible decir cuánto tiempo vivirá Sally, pero estamos seguros de que ella y sus dueños siempre estarán unidos por un vínculo irrompible; aún si este está hecho con un bikini.