En la actualidad, más de 300 pandas gigantes en el mundo, viven en zoológicos o son criados en cautiverio. Pero no siempre fue así, ya que hace unos cuantos años, los animales vivían sólo en áreas montañosas de las provincias de Sichuan Shaanxi y Gansu, en China.
Pero, ¿cómo fue que el resto del mundo conoció a estos amigos rechonchos? Bueno, pues todo se debe a una mujer adinerada, llamada Ruth Harkness, quien se dedicaba a diseñar ropa en 1936. Ella fue la primer persona en llevar a un panda gigante de China a Estados Unidos.
Lo que ocurrió fue que Ruth se enamoró de un hombre llamado Bill, quien en 1930 organizó una expedición a China para encontrar a un panda. Una vez en el país, el hombre buscó a alguien que pudiese guiarlo durante esta expedición, pero no hubo buenos resultados y de hecho, Bill murió en Shanghai.
Para 1936, Ruth llegó a Shanghai y formó su propio equipo de búsqueda para completar la misión que su ex pareja. Después de hacer varios viajes alrededor del país, pasar algunas dificultades (todas teniendo que ver con la incomodidad de Ruth al no viajar en taxis), el esfuerzo de nuestra protagonista dio frutos, ya que encontraron a un bebé panda al que llamaron Su-lin.
La prensa ya estaba súper emocionada por el éxito de la misión en Shanghai, pero Ruth no quería que se armara mucho alboroto, ya que el paso final de su aventura era poder llevar al pandita a Estados Unidos. Al final, esta mujer tan sólo abordó un barco de regreso y logró hacer pasar al pequeño osezno por un perro, cuyo transporte tuvo una cuota de 20 dólares.
Una vez de vuelta en su país, la fama de Ruth se elevó hasta las nubes, debido a que ella había logrado en cuestión de semanas lo que ningún grupo de investigadores y expertos había conseguido después de años de intentos.
Un año después, hubo otro viaje para traer a otro panda nuestro continente y este fue exitoso. Sin embargo, en esos tiempos se pensaba que Su-lin era hembra (nope) y por eso consiguieron a un macho, lo cual no trajo buenos resultados.
Su-lin murió dos años después de su llegada a E.U., por una neumonía. Esto puso mal a Ruth, ya que según lo que dijo hace años, ella no quería explotar a un animal extranjero por sus propios caprichos, porque su misión era que el resto del mundo conociera la maravillosa biodiversidad en China.
Como ya muchos deben saber, estas criaturas ahora son un símbolo de las especies en peligro de extinción y por lo general, también suelen ser parte de las especies que conforman los centros de conservación.
Esta historia deja mucho qué pensar acerca de cómo es que los seres humanos se han aproximado a la vida salvaje a lo largo de la historia. Ojalá podamos seguir viendo pandas gigantes por mucho más tiempo en el futuro.