Por: Alberto Milo
Pocas cosas hacen coincidir a tantas personas como la simpatía por los perros y gatos. Nuestra alianza con estos animalitos es histórica. Sin embargo, ante tan encantador par, la balanza no tarda en inclinarse hacia algún lado, por lo que los miembros de cada bando están dispuestos, siempre que la situación se preste, a exponer sus argumentos sobre “cuál es mejor”. (No es necesario pelear, oigan, mejor hay que darles amor para todos…).
Para dar algo de objetividad a la discusión un grupo de investigadores de la Universidad de Kioto se reunieron buscando poner a prueba las reacciones de los felinos. Tomemos en cuenta que lo que hicieron aquí fue dar seguimiento a otro estudio hecho en 2015, pero en esa ocasión fue el comportamiento canino el objeto de análisis. Puedes leer el estudio completo aquí mero.
Lo que los investigadores hicieron fue juntar a 36 gatos para luego representar dos situaciones distintas. En la primera el dueño tenía que mostrarse en conflicto tratando de abrir un recipiente y, ante su fracaso, solicitar la ayuda de un actor mientras que un tercero estaría sentado; en la segunda se realizó la misma representación, pero esta vez con la negativa de apoyo al dueño.
Una vez terminadas estas pruebas, de las cuales se hicieron cuatro por elemento, el actor y la persona neutral (la que se había mantenido sentada) ofrecieron comida al gato en turno, eso para conocer la reacción de éste según se hayan comportado con su dueño. La conclusión general fue que los gatos no tenían preferencia por el ayudante ni rechazo por el no ayudante.
Algo importante a señalar de este estudio es que fue pensado desde una de las principales perspectivas con la cual los seres humanos evaluamos a otros, o sea, a partir del cómo interactúan con los demás.
Cuando el mismo estudio, con el mismo parámetro de evaluación, se aplicó a los perros, el resultado fue muy distinto, dando a ver que estos sí hacían una distinción entre quien había tenido un comportamiento positivo hacia su dueño y quien no.
Sea por ética profesional o por el hecho de evitar criticas hacia su trabajo, los autores de esta investigación dejaron en claro que a pesar del favorecedor resultado para los perros, es probable que los gatos no tengan el mismo enfoque de evaluación social.
¿Ustedes qué opinan? ¿Era de esperarse o valdría la pena dar el beneficio de la duda a los gatos?