Si ser presidente ya es considerado como el cargo más importantes de un país, ahora imaginen la presión que ejerce ser la mascota de una figura tan grande. Decimos esto porque recientemente, la tensión invadió el cuerpo del perro de Emmanuel Macron y, al no ver un arbolito en dónde aliviarse, éste simplemente “la regó” en la chimenea del Palacio del Elíseo.
Esto sucedió durante una reunión en una sala dorada del palacio. El dirigente nacional de Francia estaba charlando con los miembros de su gobierno, cuando el buen Nemo apareció y se orinó frente a las cámaras que transmitían el evento en cadena nacional.
Cuando todos los presentes se dieron cuenta de que el perrito estaba redecorando el lugar, hubo un momento incómodo seguido por unas cuantas risas para romper el hielo. Muriéndose de vergüenza, Macrón sólo pudo decir que el canino estaba “haciendo algo excepcional”.
Podemos apostar a que Frida no haría eso…
Como dato curioso, el presidente y su esposa Brigitte, adoptaron al buen Nemo hace unos meses y le dieron su nombre en honor al libro “20 Mil Leguas de Viaje Submarino”, de Julio Verne. Esto es realmente curioso, porque ahora los anales de la historia recordarán el legendario día en que el perro del presidente se orinó en un palacio y a la vista de todo el mundo.