Regresa Mexicanos Chingones, una de nuestras secciones favoritas en Sopitas.com donde reconocemos la pasión y entrega de aquellos compatriotas que con mucho empeño han logrado convertirse en un ejemplo y fuente de inspiración para quienes no se han atrevido a cumplir sus sueños, lo cual sólo se logra con trabajo y disciplina.
En esta ocasión les hablaremos de Gabriela Muñoz, mejor conocida como Chula The Clown, quien es directora, escritora y protagonista de teatro con experiencia en circo y ópera.
Hace unos días tuvimos la oportunidad de charlar largo y tendido con ella sobre su trayectoria y su peculiar forma de ver el mundo.
La risa como motor de ayuda
A sus 33 años, Gaby es toda una experta en clown, técnica teatral donde el payaso toma un papel de actor, y no sólo de cómico, creando su propia rutina y rompiendo habitualmente la cuarta pared, teniendo una comunicación directa con el espectador, utilizando mucho la gestualidad y el físico para representar una historia.
El primer chispazo con este tipo de arte lo tuvo desde su infancia:
“Es muy raro porque, aunque todo este mundo me encontró a una edad adulta, de alguna manera para mí es muy familiar. Cuando estaba muy chiquita me tardé años en empezar a hablar. Me comunicaba y expresaba con sonidos, y eso en lugar de preocupar a mis papás les daba risa. Entonces mi papá comenzó a hacer películas mudas conmigo y con mi hermana vestidas con la ropa de mi abuela y mi mamá. Mi papá tiene una imaginación maravillosa, nos ponía personajes y nos hacía entrar en este mundo fantástico, con unos nombres increíbles y unas acciones muy precisas en silencio.
No fue como que dijera ‘ya, esto es lo que quiero hacer’, para nada. De hecho yo quería ser médico, bióloga o plomera, de hecho esto último me interesaba mucho. Finalmente acabé en teatro”
Comenzó a estudiar teatro clásico en LIPSA (London International School of Performing Arts), sin embargo, pronto descubrió que ella buscaba algo más…
“En Inglaterra entré a la escuela que quería, pero después de ocho meses me aburrió mucho tener que experimentar con mi voz y con expresiones que yo no creía que eran mías, que no me las creía. Aunque podía ver el contexto o lo que se quería decir de trasfondo, no lo sentía en un reflejo corporal propio. Después de eso me fui a estudiar teatro musical y fue peor, salí huyendo en menos de seis meses pensando ‘pues ya, me voy a regresar y voy a estudiar teatro en México’.
Fue cuando conocí la escuela de Lecoq en París, que tiene una rama en Londres, entonces me pude quedar en Inglaterra y hacer teatro físico y teatro de máscaras. Ahí comencé a encontrar esa naturalidad de expresarme por medio de lo físico, todo se fue dando muy orgánico. Finalmente llegó el momento de estudiar clown, algo que jamás había hecho y que ni me interesaba, yo quería hacer trabajo con máscara o trapecio, algo para lo que era pésima y que hacía reír a quienes me veían. En algún momento la resonancia de la risa y ver a los demás felices me hizo sentir muy bien. Si bien no acababa de entender el motivo de sus carcajadas pasé de decir ‘se están riendo de mí, qué cabrones’ a ‘se están riendo de mí y está bien’, y de ahí a ‘quiero que se rían de mí’.
Tras vivir seis meses en Londres se trasladó a Montreal, donde trabajó con una productora de efectos especiales que estuvo detrás de películas como Stranger Than Fiction y Across The Universe.
Poco después, ya en México, junto con la clown libanesa Sabine Choucair compró un auto de segunda mano con el que viajaron a lo largo del Golfo de México por varias zonas vulnerables para impartir talleres. Así nació su propia compañía de clown social a la que llamó Clown Me In.
“Cuando regresé a vivir a México una amiga mía del Líbano me habló. Acababan de bombardear Beirut y ella que había nacido allá se vino a México. Aquí compramos un auto y nos fuimos a recorrer México, entrando a las escuelas para hacer clown social. Ni siquiera sabíamos qué estábamos haciendo ni nada. Y de repente vimos que lo que hacíamos tenía un impacto increíble, que la gente estaba muy feliz y queríamos hacer más cosas y tener esta conciencia social a partir del payaso. Fue algo increíble que a la vida de las dos nos dio un sentido”
Junto con unos payasos palestinos trabajó por tres meses con refugiados palestinos en campos de Líbano, Siria y Jordania, donde daba espectáculos e impartió el taller Conflict transformation para empoderar a los niños y mujeres por medio de la risa.
“Cuando Sabine regresó a Beirut yo me fui con ella a Medio Oriente. Ahí trabajé con refugiados palestinos por varios meses. A partir de eso mi vida cambió por completo, ya no era importante sólo el enfoque de la escena sino también cómo con este tipo de encuentros afectas al otro y cómo te dejas afectar a ti”.
También colaboró en varias misiones con Clows Without Borders USA, con quienes visitó comunidades necesitadas de Colombia, México, India y Brasil, así como los poblados afectados tanto por el tsunami de Indonesia, como por el gran tifón que hace unos años devastó Filipinas.
“Tim Cunningham, que entonces era el director de Payasos sin fronteras fue a verme a un espectáculo que presentaba en Nueva York. Después estuvimos platicando, él ya sabia de Clown Me In y se nos hizo fácil decir ‘¿por qué no planeamos algo juntos?’. Así nos fuimos a Indonesia, a Filipinas, a la India, al Amazonas; regresé a trabajar otra vez a campos de refugiados y a otros lugares a los que ya había ido”.
El Clown como espejo universal del alma
Gracias al clown Gaby ha logrado contar historias simples y del alma que representan pasajes de su vida real o de sus sueños.
“Para mi los payasos son poetas, inventores, filósofos. Se lanzan al abismo sin alas, con la esperanza de construirlas en el camino. Cuentan historias épicas donde pueden perder todo, pero también pueden ganar el mundo entero por medio de la propia estupidez, la vulnerabilidad y el corazón”.
Por medio de esta técnica Gaby logra hablar de esa fragilidad de la vida que tan vulnerables nos hace.
“La mayor mejor parte de hacer reír a la gente es sentir una cadena colectiva de amor, de ser parte de algo más grande, un impulso que nos recuerda que estamos vivos y que sentimos intensamente”
Al haberse presentado en tantas partes del mundo y actuar ante públicos tan diversos, nos surgió la duda de qué tantas similitudes o diferencias hay de un país a otro, su respuesta nos dejó esperanzados:
“El humor sí es universal, pero lo son más los temas. Yo intento que mi humor también sea sutil, que no esté marcado por nada, ni por la cultura, ni por un idioma, ni por una interpretación. Normalmente elijo explorar temas que a mí me dan mucha melancolía y nostalgia, o que me hacen reflexionar, cosas como el amor, la soledad, la línea tan delgada entre la esperanza y la desesperanza. Lo que es universal es que son sentimientos humanos, ya que aquí y en China sentimos”.
Perhaps, Perhaps… Quizás
En el 2010 Gaby Muñoz escribió Perhaps, Perhaps… Quizás, su primer monólogo clown que es una especie de testimonio desgarrador y cómico del matrimonio, donde el espectador se enfrenta a lo más crudo de la vida bajo el tamiz del humor. Pareciera que la soltería tiene fecha de caducidad y se debe sucumbir a la presión social. Esta ansiedad es representada por Greta Merengue, personaje entrañable que se prepara para su boda; ya casi todo está listo, excepto que el novio es una almohada, así que Greta busca entre la audiencia, un hombre que tal vez cumpla con su fantasía.
Esta obra de clown juega con la idea de la espera e ilusión por encontrar al hombre “perfecto” y la soledad a la que esta conlleva cuando uno mismo es tan imperfecto. El espectáculo tiene la ventaja de nunca repetirse pues Greta encuentra un nuevo prometido cada vez, y desde luego, el festejo nunca es el mismo.
“Perhaps, Perhaps… Quizás, viene de una experiencia propia. Me iba a casar hace varios años y mi ex novio me dejó y me rompió el corazón. Creo que nunca había sentido tanto dolor y yo me preguntaba ‘¿por qué? ¿cómo es que una persona puede generar este malestar en mí? ¡Una sola persona! de todos los millones y millones de seres humanos que ahí, de todo lo que me falta por vivir, ¿cómo puede ser que ese güey me haga estar una semana en cama sin quererme bañar?’
Riéndome un poco del tema con un amigo le dije ‘qué chafa y qué horror esa presión que tenemos todos por casarnos, por hacer check en la lista de pendientes, aunque quién sabe con quién te casaste, pero ya, al menos no te verán como solterón. A partir de ahí comenzamos a jugar visualmente. Él, siendo fotógrafo, comenzó a tomarme fotos y le dije ‘sí, imagínate esta persona que como en Grandes Esperanzas de Dickens pide que nada se toque, que el paso del tiempo se detenga en esa soledad y en esa nostalgia’. Empezamos a explorarlo con fotografía y al final salió este personaje. Me fui a una carpa de circo a probar un poco el materia de siete minutos y fue creciendo y creciendo hasta que terminó siendo un show de una hora”.
Limbo
Para el 2015 Gabriela presentó Limbo, su segundo monólogo clown basado en una experiencia personal, que en esta ocasión llevaba al espectador a viajar por una experiencia propia, y que lo hace cuestionarse si somos quienes queremos y vivimos como deseamos.
Nuevamente está protagonizado por su personaje Greta Merengue, quien ahora descubre que no tiene corazón y debe emprender una travesía en un mundo paralelo entre vivos y muertos, entre fantasía y realidad para reconciliarse consigo misma. En la búsqueda de su corazón encontrará a un guía que la ayudará a entender que el camino hacia la muerte es en realidad la ruta hacia la vida por espacios que van desde un cuarto de un hospital, hasta un bosque fantástico, pasando por un laberinto o un cementerio.
De humorismo y México
Para muchos el humor en México no evoluciona y la mayor parte del tiempo sólo se busca el pastelazo fácil o se recorre al albur. Por eso, aprovechamos esta charla con Gaby para cuestionarla sobre el panorama en el que nuestro país se encuentra en esta materia.
“Sí, nos hemos estancado en albures desde hace tiempo, pero también el público mexicano -al que amo- puede ser raro. No estamos acostumbrados a sentir, sólo queremos entretenernos, y pasa con todas las artes; pasa con el cine, donde la gente quiere ir a ver algo que le de un sartenazo en la cabeza y lo haga reír dos horas, y no una película que te cause conflicto o que te haga llorar, lo mismo ocurre en las artes escénicas.
Lo bonito es darte cuenta que no hay que ser condescendiente con el público y seguirlos alimentando con lo mismo, que a lo mejor es un proceso más largo pero que la gratificación, la satisfacción, va a llegar. Es hermoso cuando a la gente no la subestimas ni dices ‘bueno, les voy a dar caca porque eso esto lo que hemos comido siempre’“
A su vez nos habló sobre cómo ve el panorama nacional para los creadores.
“Amo estar en México, amo regresar a casa, pero también siento que es difícil, siento que si te va bien fuera, la gente te pela más, y hay tanto talento aquí. No entiendo por qué pasa eso, por qué somos tan malinchistas. Por eso el consejo que le doy a todos es que se salgan de todas las reglas habidas y por haber, que hagan aquello que piensen que no funciona. La mejor forma es probarlo y si nadie confía en sus proyectos basta con que ellos lo hagan y sigan su camino, que se enfoquen, que se concentren, que escuchen las opiniones de los demás pero sin apartarse de lo que quieren hacer con su vida”.
¿Dónde ver su trabajo?
Durante el mes de julio Gabriela Muñoz se estará presentando con Perhaps, Perhaps… Quizás en el Cine Tonalá (Tonalá 261, col Roma Sur) los sábados a las 19:00 hrs, y los domingos a las 18:00 hrs.
Si no la han visto en escena, esta es una excelente oportunidad para acercarse al trabajo de Gabriela Muñoz, una mexicana talentosa y chingona.
Por @gabrielrevelo