Lo que necesitas saber:
El arte escultórico prehispánico se distingue entre el de muchas otras culturas de la antigüedad. Aquí veremos la historia de algunos monolitos mexicanos increíbles.
El conocimiento que tenían las culturas prehispánicas era admirable. En cuanto al arte escultórico realizaban obras de una sola pieza que desafían lo que sabemos de las rocas, de la historia y del arte. Así son las maravillas creadas por nuestras antiguas civilizaciones, los increíbles monolitos de México que hay que conocer. Te contamos su historia y dónde puedes verlos.

El contacto con la naturaleza era de gran importancia para las culturas mesoamericanas. Representaban como dioses a las potencias naturales, a los elementos cósmicos y a los aspectos de la vida y la muerte, entre otros conceptos importantes en su vida ritual. Así debían dejar plasmados a estos símbolos y deidades con las que tenían un vínculo muy personal.

Los monolitos son esculturas hechas en una única pieza de roca. Muchos de estos monumentos permanecieron bajo tierra durante muchos años. Con la conquista y la fundación de la Nueva España quedaron ocultos y en el olvido para ser descubiertos tiempo después. Hoy podemos admirarlos en diferentes lugares emblemáticos de la CDMX.
Monolitos de México que hay que conocer
Coatlicue
Este imponente monolito de dos y medio metros de altura y cerca de tres toneladas de peso representa a la diosa de la fertilidad de la cultura mexica. Esta mujer lleva una falda de serpientes y se le reconoce como la madre de los dioses. Se le asocia con la dualidad que hay entre la vida y la muerte, así como con la madre tierra y con los seres sobrenaturales que habitan el cielo nocturno.

Su escultura monumental se encontró durante los trabajos de nivelación de la plaza mayor de la Ciudad de México, en agosto de 1790. En lugar de una cabeza, Coatlicue tiene dos serpientes enfrentadas que representan la dualidad que le dio inicio al universo. Entre otros muchos detalles, lleva un collar de manos y corazones con un cráneo al centro y en lugar de pies tiene garras de ave. Está en el Museo Nacional de Antropología.
Tláloc
Esta representación del famoso dios de la lluvia se encontró en el siglo XIX, cerca del pueblo de Coatlinchán en el Estado de México. Con todo y su peso de cerca de 165 toneladas y su altura de siete metros, se transportó hasta la CDMX a lo que sería el nuevo Museo Nacional de Antropología, aunque los pobladores de Coatlinchán se oponían a que se lo llevaran, con sabotajes y manifestaciones, por lo que el ejército tuvo que intervenir.

Tláloc por fin llegó a su lugar transportado por un doble remolque de 64 ruedas y en la actualidad es el guardián de la entrada del museo en Paseo de la Reforma. Entre sus características tiene anillos en los ojos, bigoteras, colmillos, una doble banda en la frente y hendiduras que representan jícaras y se sabe que no está terminado.
Piedra de Sol
El famoso Calendario Azteca es un símbolo muy representativo de la iconografía nacional. Es un círculo perfecto de 3.6 metros de diámetro que representa la leyenda de los cinco soles y sus inscripciones detalladas se relacionan con la cuenta de los días, otros aspectos calendáricos y el movimiento de los astros.

Se dice que la roca en que está esculpido se extrajo del volcán Xitle, también que después de la conquista permaneció al descubierto y con la cara hacia arriba cerca del Templo Mayor durante algún tiempo. Más tarde se decidió que debía ser enterrada. Fue en 1790 que la Piedra de Sol fue descubierta durante obras de remodelación del centro de la capital.

Valorado ya como un objeto histórico, en 1791 quedó en exhibición junto a la Catedral Metropolitana y más tarde, en 1885 se llevó a la Galería de Monolitos del Museo Nacional de la calle de Moneda, junto con otras esculturas prehispánicas. En 1964 llegó a su sitio actual en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Coyolxauhqui
Otro de los imponentes monolitos de México que podría ser considerado como surreal es el gran disco que representa a la diosa Coyolxauhqui, deidad de la luna y la vía láctea. Esta gran roca grabada fue encontrada en febrero de 1978 en las escaleras del Templo Mayor por trabajadores de la Compañía de Luz y Fuerza.

La diosa aparece descuartizada y decapitada porque, según el mito azteca, su hermano Huitzilopochtli, dios de la guerra y del sol, la lanzó así desde una montaña, lo que representa el triunfo del sol sobre la luna en la cosmovisión prehispánica. Este monolito lo podemos contemplar en el Museo del Templo Mayor, en el Centro Histórico.
Tlaltecuhtli
El mito mexica cuenta que Tlaltecuhtli es la diosa de la tierra y la fertilidad, encargada de devorar cadáveres para liberar las almas y enviarlas al lugar de los muertos, así la muerte se encarga de liberar la vida. También conocida como “el monstruo de la tierra”, se le representa como una criatura parecida a un sapo, con una gran boca con colmillos de la que fluye sangre y con garras en las extremidades.

Este monolito de 12 toneladas de peso y aproximadamente 4.17 metros de largo por 3.62 de ancho se encontró en 2006, en el área del Templo Mayor, y estaba dividido en cuatro fragmentos, ya que probablemente se partió durante los procesos de excavación. Tlaltecuhtli tiene muchas representaciones en pinturas, grabados y esculturas. Este monolito es uno de los más grandes de la cultura mexica y está en exhibición el en Museo del Templo Mayor, en el Centro Histórico.
Xochipilli
Se trata de una escultura más pequeña que las anteriores, pero que guarda una belleza muy particular. Xochipilli, como su nombre lo indica, es considerado como “el príncipe de las flores” y como el dios del amor, de los juegos, las flores, el placer y la belleza en general. En esta estatua está representado con gran detalle.

Este monolito tallado en piedra volcánica se encontró en las faldas del volcán Popocatépetl a finales del siglo XIX. El ídolo que permanece sentado con las piernas cruzadas sobre un brasero. Lleva penacho, máscara y pectoral y tanto él como su pedestal están adornados con símbolos que representan diferentes plantas sagradas.

La escultura que representa a Xochipilli mide aproximadamente 1.15 metros de altura. Actualmente está en el Museo Nacional de Antropología. Otra escultura que lo representa se encontró en la colonia Guerrero de la CDMX, en 2019.