Tula, o l “Tollan-Xicocotitlan” (lugar de los tules o juncos), es una ciudadela de la cultura Tolteca ubicada en el estado de Hidalgo, al oeste de Pachuca.
Este lugar, además de tener una multitud de atracciones es famoso por sus cuatro gigantes. Literalmente una grupo de guerreros que la vigilan desde tiempos antiguos cualquier adversidad.
Este impresionante cuarteto vive sobre la pirámide de Tlahuizcalpantecuhtli, el Señor en la aurora o Señor de la estrella del alba. Por su parte, los atlantes tienen vista a la plaza principal del lugar, la ciudadela un espacio en el que se rendía culto a Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
Su historia se remonta a tiempos antiguos. Cuenta las leyenda que en Tula solían habitar verdaderos gigantes en la antigüedad y que estas estructuras representan a los míticos guerreros.
Y aunque son asombrosos, tristemente solo uno de ellos es original, siendo los otros tres piezas restauradas.
La historia de Tula
Tula fue fundada por el rey Ce Ácatl Topiltzin, encargado de establecer un reinado de paz, arte y sabiduría. Este líder desarrolló la religión tolteca hasta alcanzar su esplendor en este centro urbano del altiplano, entre los años 900 y 1200 d.C.
No obstante no fue hasta que el arqueólogo mexicano, Jorge Ruffier Acosta, que tuvimos noción de este luagr. El experto realizó excavaciones en la región en 1940 y descubrió las piezas de estos gigantes o atlantes que pesan 8 toneladas, junto con las cuatro pilastras (o columnas) grabadas que los acompañan.
El aspecto de los gigantes (o atlantes)
Cada uno de los guerreros gigantes consta de cuatro piezas de piedra basáltica tallada. Su estatura gigantesca es de aproximadamente 4.6 metros.
Están ataviados bellamente con un tocado de plumas, un átlatl o lanzadardos, un pectoral en forma de mariposa, un faldellín anudado al frente y un disco solar en la parte posterior.
Su imagen refleja la habilidad artesanal para manipular la piedra que tenían los toltecas.
Cada escultura tiene detalles distintos a las demás: brazaletes y animales que transforman su aspecto inquietante en reflexivo.
Algunos dicen que los guerreros gigantes estaban en Tula para proteger al dios Quetzalcóatl y otros dicen que ellos mismos son su representación.
Según las investigaciones del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia), las cuatro figuras se encargaban de sostener el techo del Templo de Tlahuizcalpantecuhtli.
Vamos a Tula
Tula de Allende queda a menos de 100 km de la CDMX y visitarla para contemplar a sus atlantes es una de esas cosas que tenemos que hacer para conocer de cerca nuestro pasado.
En su zona arqueológica también están el Edificio de los Gobernantes, el Palacio Quemado, el juego de pelota, el Adoratorio Central, una pirámide más y el Tzompantli.
Y no puede faltar en el sitio el Museo Jorge R. Acosta. No nos perdamos de un paseo por la magnífica Tula, que fuera uno de los centros urbanos principales del mundo prehispánico. Si estamos en el estado de Hidalgo, vamos a saludar a sus gigantes vigilantes.