Lo que necesitas saber:
Los baños públicos son una tradición que duró por muchos años en México. Hoy quedan algunos por la ciudad.
No hace mucho tiempo, ir a un baño público para tomar un vapor y relajarse era una actividad de lo más común. Además del aseo personal, eran lugares perfectos para socializar y hasta hacer negocios. Poco a poco esta costumbre ha desaparecido. Aquí algo de la historia de los famosos y emblemáticos baños públicos de la CDMX, una tradición que sobrevive pero que poco a poco se queda en el pasado.

Los baños públicos contemporáneos de nuestro país mezclan la tradición de los famosos temazcales prehispánicos que servían para purificar de manera ritual y la de las termas romanas que existieron desde el siglo V a.C., grandes piscinas ubicadas en casas públicas donde se reunía la gente para asearse, socializar e incluso practicar actividades gimnásticas.

Los baños de vapor mexicanos surgen en el siglo XVII y con el tiempo se volvieron indispensables y hasta llegaron a ser lugares elegantes dedicados a la sana convivencia. También eran una necesidad, porque las casas llegaron a tener regaderas con calentadores hasta el siglo XX. Entonces se podían encontrar baños públicos en cada rincón de la ciudad.
Los primeros baños públicos de la CDMX
Fue en 1799 que se abrieron los primeros baños públicos en la Ciudad de México. Eran conocidos como los Baños Doña Andrea y estaban en la calle de Filomeno Mata del Centro Histórico, antes llamada Callejón de los Betlemitas. Ofrecían baños de vapor y otros servicios. Después hubo más lugares de este tipo en la calle de Madero, La Merced o La Ciudadela en el centro y después abrieron por toda la ciudad.

También hubo lugares con pozas de aguas termales y medicinales como los famosos Baños de Moctezuma en Chapultepec o el Peñón de los Baños al noreste de la ciudad, visitado también por el emperador Moctezuma y otros personajes como Maximiliano y Carlota o Porfirio Díaz con el fin de tomar baños relajantes.

Entre los baños públicos más populares estaban: los Baños del Doctor Tirón, los Baños del Montón o Las Delicias. Toda la familia podía ir a tomar un baño de vapor o un buen regaderazo. Los lugares estaban divididos por secciones para hombres y mujeres.

En 1872 abrieron los Baños Pane en Paseo de la Reforma, frente a lo que era la glorieta de Colón. Son memorables porque en algún momento pasaron a ser la Alberca Pane y porque los construyó el italiano Sebastián Pane, inventor de la técnica de perforación de los pozos artesianos que permitió que hubiera agua en cada hogar.
El siglo XX
Para 1901 había hasta 30 baños públicos en la ciudad. No se tenía la costumbre del regaderazo diario y la gente aprovechaba los diferentes servicios que prestaban estos establecimientos, desde regaderas, sesiones de vapor, baños turcos, peluquería y hasta masajes, entre otros. Poco a poco se abrieron más establecimientos tanto en barrios como en colonias elegantes.

En las primeras décadas del siglo XX se instalaron los primeros drenajes en la ciudad que surtían a las viviendas con agua, pero los baños públicos siguieron como una tradición muy común entre las décadas de 1930 y 1960. Cada vez había lugares más elegantes con azulejos y diseños en sus paredes y eran un punto de reunión común entre los vecinos de las colonias y hombres de negocios.
La desaparición de las casas de baño
Poco a poco la tradición de estos lugares se perdió por diferentes causas como las ideas de privacidad e intimidad, las nuevas normas sanitarias y la cultura del cuidado del agua. La mayoría de las casas y departamentos ya contaban con regaderas de agua caliente. Otro factor fue la promiscuidad sexual entre varones, que se daba en estos lugares como en los baños de la antigua Grecia.

Aunque la costumbre se perdió todavía hay lugares que prestan los servicios de los baños públicos, aunque lo más común son los spas. La tradición de los temazcales prehispánicos sigue vigente, pero lo de hoy es darse una ducha en el baño de tu casa.