Lo que necesitas saber:

El emblemático barrio de La Merced, en el centro de la Ciudad de México, se distingue por sus lugares históricos y por sus muchas leyendas que pasan de generación en generación.

El mítico barrio de La Merced, en la zona oriental del centro de la CDMX ,resulta por demás misterioso y críptico. Este emblemático espacio, desde la antigüedad hasta hoy en día, ha protagonizado algunas de las leyendas más viejas y tétricas de la capital.

La Merced fue el primer barrio de nuestra ciudad que fue poblado por los antiguos mexicas. En tiempos prehispánicos, ahí se llevaban a cabo diversas ceremonias relacionadas con la danza. También era un lugar famoso por sus temazcales, ya que tenía canales acuáticos por los que se comerciaba desde otros puntos de la ciudad.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
El barrio de La Merced es uno de los más antiguos de la CDMX./Imagen Mi México Antiguo Facebook

Tras la conquista, originalmente pertenecía al barrio de San Pablo Teopan —uno de los cuatro en que se dividía la ciudad— y tomó el nombre de “La Merced” por el mercado que se fundó en el sitio en el siglo XVIII, en los terrenos de la antigua iglesia y el convento de Nuestra Señora de La Merced, que data del siglo XVII.

La Merced, un barrio emblemático y de leyendas

Este barrio de la ciudad tiene un encanto especial. En él se ubica, por ejemplo, la Plaza Juan José Baz, conocida también como Plaza del Aguilita, donde muchos dicen que posiblemente los aztecas vieron la señal del águila parada sobre el nopal, devorando una serpiente,

En la actualidad, en el centro de esta plaza hay una fuente adornada con el símbolo patrio, ¿será una coincidencia?

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
La Plaza del Aguilita./Imagen Wikipedia

Como buen barrio colonial, La Merced tiene varios templos, claustros y capillas antiquísimas que hoy siguen en pie, así como edificios y casonas de arquitectura novohispana por los que no ha pasado el tiempo.

Asimismo su emblema es ese inmenso mercado, inaugurado en 1957, en el que pensamos cada vez que oímos el nombre de este barrio, que desde la antigüedad ha sido un espacio de intercambio necesario para el funcionamiento de la ciudad.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
El ex convento de La Merced./Imagen Mi México Antiguo Facebook

Dicho lo anterior la Merced está habitada por toda clase de leyendas que han pasado de generación en generación. Historias protagonizadas por seres misteriosos y de ultratumba.

Dicho eso, aquí les dejamos algunas leyendas de La Merced para conocerla un poco mejor y enamorarnos más de la Ciudad de México.

La Quemada

Beatriz de Espinosa era una hermosa joven que vivía en una casa de lo que hoy es la calle de Jesús María, en La Merced. Llegó a la Nueva España con sólo 20 años de edad en el año de 1550, junto con su padre, un comerciante español. Beatriz era una muchacha caritativa que dejaba encantados a todos los que la conocían.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
Beatriz era una joven caritativa de gran belleza./Imagen Unsplash

Así, conocería a un joven italiano de nombre Martín de Scúpoli, marqués de Piamonte y Franteschelo, el que, por el amor de la muchacha, llegó a cometer varios asesinatos al batirse en duelo con los varios pretendientes de Beatriz. La reacción de ella, al enterarse de estos sucesos, nos da el nombre de esta leyenda.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
La joven decidió poner fin a los asesinatos./Imagen Unsplash

Decidida a detener los crímenes de su pretendiente en amores, quemó su rostro con el carbón ardiente de un brasero, para así dejar de llamar la atención de los hombres y detener los asesinatos. Al enterarse el italiano de este acto, le dijo a Beatriz, que lo que le importaba era su belleza interior y la pareja contrajo matrimonio. Desde entonces ella siempre llevó un velo y la que es hoy la calle de Jesús María, también se le dio el nombre de calle de La Quemada. 

Don Juan Manuel

En el siglo XVII, don Juan Manuel de Solórzano, privado del marqués de Cadereyta, llegó a vivir a la Ciudad de México en una casa de la hoy calle de República de Uruguay. Él ya era mayor y tenía una esposa muy hermosa con la que no podía tener hijos. Para remediar esto, se internó como religioso en el Convento de San Francisco, donde según dicen, lo tentó del diablo.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
La casa de don Juan Manuel en la actual calle de República de Uruguay./Imagen Cuentos y Leyendas Facebook

Así despertaron en don Juan Manuel las sospechas de un supuesto engaño de parte de su mujer, y el mismo diablo le propuso que, a cambio de su alma, le diría el nombre de quien estaba manchando su honor. Así, este demonio le indicó que a las 11 de la noche, pasaría por la calle el hombre que lo engañaba con su esposa.

Llega hasta nosotros la famosa frase que don Juan Manuel les decía a sus víctimas antes de asesinarlos con un puñal: “Dichoso usted que sabe la hora en la que va a morir”, siendo que el diablo lo engañaba y sus víctimas no eran en verdad el rival que tanto buscaba. Se dice que incluso una noche asesinó a su propio sobrino y arrepentido, le pidió consejo a un sacerdote.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
“Dichoso usted que sabe la hora en la que va a morir”./Imagen IdentificArte Facebook

La penitencia para don Juan Manuel

El religioso le dijo que como penitencia rezara el rosario durante tres noches junto a la horca. Entonces, en la primer noche, el penitente escuchó voces que decían: “Un Padre nuestro y un Ave María por el alma de don Juan Manuel”. A la segunda, vio pasar una procesión que llevaba un ataúd ocupado por él mismo y dicen que en la tercera noche de rosario bajaron los ángeles del cielo para dejarlo colgado de la horca, donde lo encontraron al amanecer.

La Manita de La Merced

En la fachada de un edificio ubicado en la esquina de las calles de Jesús María y la Plaza Alonso García Bravo, se puede ver una mano esculpida debajo de la hornacina donde está Santiago Apóstol. Cuenta la leyenda que en 1823, un ladrón de nombre José María Salinas entró a robar al Convento de La Merced, ubicado en el número 170 de la calle de Uruguay.

Se le descubrió al tratar de vender los objetos robados. Fue condenado a muerte y los pobladores pidieron que se le cortara la mano al ladrón para dejarla colgada en el atrio de la iglesia, como ejemplo para que nadie más volviera a robar el lugar.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
La mano adorna la fachada del edificio./Imagen Distrito Merced

Se dice que así fue y que la mano mutilada se colocó en una concha de cantera, en un nicho debajo de la escultura del santo. El tiempo pasó y de la mano sólo quedaron los huesos. Entonces se sustituyó con una mano de bronce que con el tiempo se perdió y se reemplazó con la mano de piedra que actualmente adorna la entrada de la Casa de la Manita y puede ser vista por todos los paseantes.

Pachita la Alfajorera

Cuentan que, en tiempos del porfiriato, había una alfajorera del barrio de La Merced a la que todos conocían como “Pachita”. Vendía sus dulces, pero no era muy apreciada por la gente al ser muy malhablada. Llegó el día en que Pachita falleció.

En vida, ella tenía su habitación en un edificio de Santo Tomás de la Palma, el cual al morir, fue ocupado por un nevero de nombre Pablo Martínez. El caso es que, para ser exactos, el 27 de agosto de 1893, según los folletos que circulaban para dar noticias en la época, Pachita regresó para reclamarle su habitación al nevero.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
Pachita la alfajorera por José Guadalupe Posada./Imagen Dark and Fantastic Arts Facebook

El supuesto fantasma de Pachita la Alfajorera le hacía maldades a Pablo Martínez. Le tiraba los botes de helado y le escondía los barquillos, con lo que el nevero casi pierde la razón. Tras las averiguaciones se supo que el fantasma no era otro sino un enemigo del nevero, que junto con dos secuaces se dedicó a hacerle la vida imposible.

El fraile del Convento de La Merced

Este suceso le ocurrió al pintor jalisciense Gerardo Murillo, mejor conocido como Doctor Atl. Pasados los tiempos de la Revolución, durante los años 20 del siglo pasado, el Doctor Atl se alojó en el Convento de La Merced de la calle de Uruguay, que estaba semi abandonado y donde cuentan que existía la leyenda de un fraile fantasmal que salía misteriosamente desde una grieta de un muro del edificio.

En el convento también vivía el portero del lugar con su familia. Además, el lugar lo frecuentaba un coronel con su ayudante. Este militar tenía la obsesión de matar a este fraile cuando lo viera. Así, un día, cuando el coronel y su ayudante entraron al convento, la sombra del fraile se les apareció y el militar, decidido a matarlo, le vació su pistola.

Leyendas de La Merced por las que no pasa el tiempo
El Doctor Atl en la azotea del Convento de La Merced./Imagen La Ciudad de México en el Tiempo Facebook

Lo extraño fue que, por supuesto, a este fantasma no le hicieron nada las balas y el Doctor Atl sólo pudo ver que alguna fuerza levantaba del suelo al militar como si lo agarrara del cuello, porque él no vio al fraile en esa ocasión. Algunos dicen que el militar quedó afectado de sus facultades mentales y otros dicen que murió en el momento que el espectro lo dejó caer al suelo.

Una ciudad de leyendas

Existen muchas historias de lo sobrenatural en la Ciudad de México y por todo el país. Llévelo, llévelo… El barrio de La Merced no se queda atrás con sus leyendas por las que no pasa el tiempo y cada uno de nosotros tendrá su favorita.

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