La Ciudad de México no sólo es una de las más grandes del mundo, es también una de las más contaminadas. Por eso se agradecen esos magníficos pulmones verdes que sobreviven al tiempo y se dedican a limpiar el aire, un ejemplo, que es casi una obra de arte, son los Viveros de Coyoacán. 

Mejor conocidos, por propios y extraños, como “Los Vive”, este Parque Nacional ha acompañado a la CDMX desde su fundación en el porfiriato. Ha sido el refugio para los interesados en respirar aire limpio y perfumado y la casa de cientos de especies vegetales y animales.

Fotografía: Instagram

Pero más allá de las formalidades, los viveros ofrecen un paisaje asombroso, por decir lo menos. Son uno de esos rincones de la capital en los que podemos caminar entre árboles gigantes –cedros­ o eucaliptos– tirarnos en el pasto a leer o  ir a correr, entre plantas y pequeñas estatuas de piedra, a nuestro ritmo. 

Los Viveros y su historia 

Los Viveros nacieron gracias al mismísimo Miguel Ángel de Quevedo, que en 1901 donó una hectárea de su rancho Panzacola para que Coyoacán tuviera una zona dedicada enteramente a la siembra y contemplación de árboles.

Cuentan algunos cronistas, que la gran cantidad de especies florales y arbóreas que había en el terreno fascinó a todos los vecinos que vivían ahí a principios del siglo XX. Los jóvenes de sombreros y las mujeres de vestido largo paseaban muchas horas entre estos jardines. Los padres leían el periódico en las bancas, mientras que las esposas platicaban en la sombra de un rosal. 

Fotografía: México en el Tiempo

Uno de sus visitantes más célebres fue sin duda Porfirio Díaz que llegó este sitio gracias a la recomendación expresa de José Ives Limantour, el ministro de Hacienda. Cuentan que quedó  tan impresionado con la vegetación que decidió convertirlo en el primer vivero forestal de nuestro país. 

Con el paso de los años, este proyecto creció y creció. Poco a poco los gobiernos  posrevolucionarios le compraron terreno a otras haciendas aledañas, y entonces de entre 1911 y 1934, los viveros consiguieron las 39 hectáreas que los conforman en la actualidad. 

Fotografía: México en el Tiempo

Asimismo, esta reserva forestal se distinguió de las demás porque desde sus primeros días se ha encargado de surtir de plantas a los jardines y áreas verdes de la capital. Desde camellones en medio de avenidas hasta jardines públicos y particulares esparcidos por cada una de las alcaldías.

Hablemos de los árboles de Viveros 

Las primeras especies que llegaron a los viveros fueron los eucaliptos, las acacias, varios tipos pinos, sauces y hasta dos álamos blancos que fueron mandados directamente de Canadá. 

Tras la llegada de las primeras especies y gracias al clima privilegiado que hay en la Ciudad de México, muy pronto este espacio logró donar de forma completamente gratuita más de 400 ejemplares a diversos espacios que necesitaban reforestarse.

Fotografía: Instagram

Después esta cifra creció y creció, tanto que gracias a los Viveros, que el sur de la ciudad se cubrió de verde. San Ángel, el Pedregal, Tlalpan, Ciudad Universitaria. 

Viveros en el 2022

Actualmente nacen en Viveros millones de árboles. Además el parque es refugia toda clase de flores y animales, es la casa de 20 especies nativas en las que podemos encontrar pinos, sauces y jacarandas que dejan en los suelos rojos pequeñas flores moradas. 

Asimismo, en lo que respecta a animales aquí encontraremos ardillas de vientre rojo, que van de un tronco a otro, carpinteros mexicanos, colibrís de pico ancho y hasta caracoles europeos de jardín. Para conocer más sobre cada ser que vive aquí, les dejamos este enlace.

Fotografía: Instagram

En lo que respecta a comunidad, los viveros son también un espacio armónico para tomar clases de yoga al aire libre, para correr y correr y hasta para sentarse en silencio en una de sus bancas de madera, y simplemente admirar a la naturaleza y descubrir todo lo que tiene para enseñarnos. 

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