De acuerdo a datos del CONEVAL, Chiapas es el estado más pobre del país. Las comunidades que más padecen esta condición habitan al sureste del estado, en zonas donde la falta de servicios es un común denominador, sobretodo cuando trata de servicios médicos. 

Para los habitantes de esta zona hay dos opciones, o viajar por horas o morir en casa, es por ello que el Hospital San Carlos se ha vuelto prácticamente su única opción. De acuerdo a Forbes, habitantes de las comunidades de Tzeltal, Tzotzil y Ch’ol, llegan a recorrer hasta 12 horas para llegar a este hospital, que desde 1976 está en funcionamiento y se mantiene así gracias al financiamiento de organizaciones así como de la sociedad civil.

El Hospital San Carlos es uno de los proyectos con los que cuenta la Fundación de Obras Sociales San Vicente. Está ubicado en Altamirano, Chiapas y llega a registrar hasta 100 consultas diarias. Cuenta con 70 camillas, un médico cirujano y un anestesista. 

Pese a no recibir ni un centavo del gobierno mexicano, el hospital logra subsistir gracias a los recursos que ofrecen la Fundación Merced para el fortalecimiento institucional, Direct Relief para médicos e insumos, la holandesa Schumacher Kramer Foundation para la construcción de infraestructura, y Nacional Monte de Piedad.

Entre 2015 y 2018, la casa de empeño mexicana aportó 13.8 millones de pesos que fueron usados para las instalaciones, así como para equipo médico.

Entre las enfermedades crónicas más comunes que se atiendan en el hospital, están el cáncer y la diabetes. Además, debido a la desnutrición que sufren estas comunidades, muchas veces llegan casos de enfermedades que es muy extraño ver en otros estados, como la tuberculosis.

Aunque los servicios son gratuitos, las medicinas no. Sin embargo, debido al gran problema con la pobreza, habitantes suelen pagar con naranjas, café y maíz. 

“Sólo pedimos nombre, edad y región donde viven. El servicio es gratuito, pero los medicamentos no. Algunos tzeltales pagan con cosas simbólicas: naranjas, café y maíz, pero aquí no podemos hacernos de medicamentos con naranjas“, explica a Forbes Sor Adela Orea, médico general por La Salle.

Vía Forbes

Si bien los encargados del hospital hacen todo lo posible para mantenerlo activo 24 horas al día, el trabajo de los médicos se ve frustrado por la falta de insumos, recursos tecnológicos y médicos especialistas. 

Al hospital le hacen falta insumos tan básicos como gasas y mallas quirúrgicas, hasta algunos más específicos, como un  desfibrilador para reanimación en paros cardíacos, ultrasonidos para ecografías, monitores cardíacos para medición de signos vitales inestables y oxímetros de pulso pediátricos.

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