Después de 35 años de matrimonio y de haber encargado a la cigüeña en nueve ocasiones, un hombre decidió poner fin a la relación. ¿Por qué? Ahhh, pues resulta que hasta ahora se viene a dar cuenta que desde siempre fue estéril…
De acuerdo con nuestro corresponsal en Marruecos, un sujeto cuya identidad no fue revelada tuvo la necesidad de ir con el urólogo, esto tras darse cuenta de que en uno de sus testículos – el derecho para ser más específicos – se presentó una lesión muy parecida a las provocadas por la varicela. Bueno, de hecho, el problema siempre lo había tenido, pero fue hasta fechas recientes cuando la lesión comenzó a incomodarle. Así que fue con el especialista, a ver qué pasaba.
Tras echarse salivita para la comezón y realizarse unos análisis, el diagnóstico que le proporcionó el urólogo fue contundente: el compadre toda su vida había sido estéril, condición ligada al quiste testicular que lo llevó al consultorio.
Tras mucho meditar en la situación, el marroquí (de profesión maestro, por cierto) llegó a la conclusión que, entonces ninguno de los nueve chamacos que creía haber procreado con su esposa era suyo… así que, tras suponer que – mínimo – en nueve ocasiones le pusieron los de la fiesta brava, decidió comenzar con el trámite de divorcio.
No conforme con la separación, el susodicho presentó ante el tribunal correspondiente una queja contra su próximamente exesposa por adulterio. Con documentos certificados que confirman que toda su vida disparó pura bala de salva, se espera que la mujer sea incriminada (el adulterio en Marruecos es crimen) y, además, se tenga que hacer cargo por completo de la tutela de los nueve hijos… Salvo que el protagonista de esta historia decida lo contrario y, nomás de buena onda, siga velando por el bienestar de los hijos. Pues ellos qué culpa…