Muchos de ustedes saben que a veces, muchas cosas malas surgen de acciones de gente con buenas intenciones. Bueno, en esta historia, las cosas salieron totalmente a la inversa, ya que un hombre va a intentar sacar provecho de un incauto, pero lo que no sabe, es que terminará cometiendo uno de los mejores actos que se pueden dar entre seres humanos.

No, no va a darle un beso o… lo que se imaginan.

Todo comienza en una estación de metro en París, cuando un borrachín no aguanta toda la “fiesta” que llevaba encima y decide quedarse dormido en una silla. Lo que no tenía contemplado, era que cerca de él había un astuto ladronzuelo que al verlo inconsciente, decide acercarse a ver que se puede llevar de recuerdo.

Las cosas no terminan ahí, ya que cuando el ratero decide marcharse, el hombre alcoholizado se pone de pie. A juzgar por la manera en que decide caminar directo a las vías del tren, suponemos que su nivel de intoxicación todavía era comparable al de Homero Simpson en días buenos.

Lo sorprendente viene cuando el siguiente tren subterráneo está por llegar y nadie acude a salvar al hombre que cayó en las vías; porque el héroe del día de hoy es ni más ni menos que el mismo ladrón. ¿No nos creen? Aquí tenemos la prueba:

 

El final de esta historia nos deja una lección de vida: No todas las personas que nos saquen del lodo serán nuestros amigos, pero a la vez, nadie nos manda a ponernos bien borrachos y caernos a las vías del metro.

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