Más allá de qué tan joven de alma, cuerpo, pensamiento o actitud te sientas, la adultez es inminente y tiene que ver con las distintas formas, cambios biológicos y matices que va adquiriendo nuestra vida y cuerpo, de acuerdo con las etapas, decisiones, historias, personas alrededor y estilos de vida que vamos adquiriendo.

Se trata de la etapa más extensa de nuestra existencia. Se ubica entre los 20 y los 65 años. Se habla de adultez temprana que va de los 21 a  los 40 y la media que se ubicaría entre los 40 y los 65 años. Se dice también que iniciamos un proceso de madurez física e intelectual como individuos, de hecho, parece que todo cambia llegados los veintes. Uno de los cambios tal vez más visibles es que obtenemos por un lado derechos y por otro, adquirimos deberes sociales y legales.

Quédate con esta primera palabra: DEBERES.

Lo social es importante en este punto. Para algunos investigadores, la adultez incluso puede estar más marcada por lo social que por lo biológico, porque por ejemplo, en muchos casos finalizamos nuestros periodos de estudios, nos independizamos de nuestra familias, comenzamos la vida laboral y empezamos a tener independencia económica; comienza la vida en pareja y se toman grandes decisiones como convertirnos en madres o padres. Es decir, se inicia una vida de responsabilidades que sin duda nos van generando cargas situacionales, emocionales y mentales más complejas.

Segunda palabra con la que te debes quedar: RESPONSABILIDADES.

El psicoanalista alemán Erik Erikson, en sus teorías sobre las etapas y edades del hombre y de la mujer, mismas que dan origen al concepto de psicología evolutiva, introduce para la edad adulta el término generatividad, refiriéndose al interés por guiar, preocuparse, cuidar, procurar el bien a los hijos, de los padres o de los demás. Esto es MUY relevante porque por un lado comienza la necesidad de cuidarse a uno mismo, lejos de los padres, y por el otro se despierta la necesidad de proteger y cuidar de terceros. En otras palabras, pasamos de la niñez, pubertad o adolescencia en donde alguien nos cuida o guía hasta los pensamientos; a ejercer la libertad plena del autocuidado o la responsabilidad de cuidar a alguien más. Tanto cuidarnos como cuidar llevan sus consecuencias.

La tercera palabra que queremos que recuerdes es: CUIDADOS.

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¿Ya más o menos te está haciendo sentido por qué debemos hablar de salud mental en nuestra vida adulta?

Creces y crecen los problemas”, dicen por ahí. A lo que desde SIKI queremos responder que no necesariamente. Es un hecho que las cargas en todos sentidos se recrudecen, más cuando acarreamos dolor de tiempo atrás y no lo hemos logrado afrontar o cuando existen sufrimientos anclados, detonantes de más cargas anímicas o hábitos que no ayudan a resolver los problemas cotidianos.

La vida adulta o la adultez sí representa mayores retos, pero también oportunidades para decidir qué sí y qué no, y hasta dónde. Una buena parte de la solución es hacer consciente la forma en la que sobrellevamos lo cotidiano, que ya vimos que mucho tiene que ver con deberes, responsabilidades y cuidados, más sus muy particulares añadidos (porque cada individuo, una historia).

Como parte de las tres esferas que nos definen: biológica, social y psicológica, nos tocará adaptarnos al tiempo y en esta parte es cuando se visibiliza para bien o para mal el poder de la salud mental y el balance emocional. Nos gusta decir que nada sin salud mental porque en cualquier decisión o estilo de vida que tomemos se verá reflejada. Porque somos una integralidad en donde toda alteración interna (del cuerpo), externa (del mundo alrededor), y de la mente (la interpretación de las cosas) será parte de la vida misma.

De niños la gente se pregunta cómo seremos de grandes; ya de grandes a veces se nos olvida quién somos, qué queríamos ser o hacia dónde queremos ir. El equilibrio mental y emocional va justo de eso: preguntarnos, reflexionar y tomar acción y consciencia de manera sostenida. Es completamente atemporal, porque vivir en balance entre todo lo que nos acontece y cómo nos afecta, será tarea diaria.

Algunas formas tangibles para identificar la necesidad de voltear a vernos a partir de la salud mental podrían ser:

  • Tener ansiedad recurrente, más allá de un momento en específico
  • Tristeza prolongada
  • Desesperanza, apatía
  • Irritabilidad, ira, enojo constante
  • Falta o alteraciones de sueño recurrentes
  • Actitudes obsesivas o compulsivas
  • Pensamientos negativos recurrentes
  • Evasión de la realidad
  • Falta de autocontrol y autocuidado (abusos)
  • Sufrimiento anclado
  • Vivir con miedo constante
  • Malestares físicos constantes
  • Vivir en estrés

Escuchamos constantemente sobre la importancia de la salud mental y la resiliencia en nuestras vidas, como si se tratara de virtudes presentes en unos cuantos. La realidad es que nos enfrentamos a un mundo muy complejo y por ello insistimos en que cada quien busque espacios de equilibrio y balance de la forma que mejor se acomode, la clave será buscarlos y trabajar constantemente.

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Algunas formas que suman en la procuración de la salud mental podrían ser:

  1. Dormir de 7 a 8 horas al día
  2. Hacer algún tipo de ejercicio
  3. Tener un estilo de alimentación saludable
  4. Socializar
  5. Buscar algún hobbie o actividad de distracción
  6. Equilibrar la vida personal con la vida laboral
  7. Buscar cualquier forma de apoyo profesional o alternativo
  8. Pensar en formas más constructivas de afrontar los problemas
  9. Hablar, expresar lo que sientes, aunque pueda resultar doloroso para alguien.
  10. Saber decir NO
  11. Ser congruentes con lo que pensamos, decimos y hacemos
  12. Evitar las comparaciones y juicios hacia los demás
  13. Ordenar mejor el tiempo y las actividades cotidianas

Pues sí, la vida adulta es abrumadora por naturaleza. Pero, si desde YA entendemos que plenitud, balance, éxito y bienestar van en la misma bolsa, seremos más libres, a pesar de todo.

Habla. Busca ayuda. Hablemos.


Mafer Olvera y Paola Palazón Seguel son creadoras de SIKI y Ser Mamá Hoy, plataformas de bienestar emocional y promoción de la salud mental.  Mafer es creadora del modelo Hospital de las Emociones, consultora en juventudes y salud mental,  y Paola es autora, emprendedora y creadora de proyectos de bienestar emocional y espiritual.

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