Dicen por ahí que a nadie le gustan los lucidos. Razón por la cual todos ponemos una gran sonrisa en el momento en el que fallan.
Claro, hay veces que llegan a aprender de sus errores y le bajan a su fanfarronería. Pero en el reino animal, aquellos que le andan jugando al… que se andan luciendo de más, ya no tienen una oportunidad de corregir su mal habido comportamiento.
Es el caso de esta pequeña y dulce foca que, por andar toreando a un tiburón blanco, pues… bueno, véanlo ustedes:
No una sino dos veces, está sagaz y hábil foca logró evadir los rápidos embates del tiburón blanco, quien originalmente se había acercado por la carnada de quienes se encontraban grabando en el bote.
Sin embargo al tercer intento, el tiburón se abrió como ranalsol, salió del mar y…, ¡pácatelas! se merendó de una mordida a la foquita.
Y todo, por andar de presumida.
Así que ya saben. Si ven a un tiburón en la lejanía, pues patitas para que las quieren. Naden, naden por su vida como si el mismísimo chamuco fuera detrás de ustedes.