El senderismo o “subir cerros” es una actividad para acercarse a la naturaleza, hacer un poco de ejercicio y desconectarse en el verano.

El fin de las vacaciones de verano está a la vuelta de la esquina. Evidentemente, no todo mundo tuvo el receso completo de las escuelas; sin embargo, hay algo de las fechas que lleva a tomarse las cosas con más calma, incluso cuando se tiene que trabajar en estas semanas. Con un poco de menos tráfico en las ciudades y un poco de menos pendientes en las oficinas, se antoja usar el tiempo libre para realizar actividades diferentes a las de la rutina cotidiana; todavía más para quienes, de hecho, sí tienen un periodo vacacional completo.

Cuando llega el verano, muy rápido se aprovecha para descansar y no pensar demasiado. Para ello queda de lujo bingewatchear completa una serie en Netflix o jugar videojuegos hasta que sangren los dedos. Lo que está perfecto y es enteramente disfrutable. Pero también es cierto que muy rápido se vuelven actividades que cansan y hasta aburren; además, se trata de pasatiempos que fácilmente caben en una rutina cotidiana y que ya son parte de las horas de esparcimiento de la mayoría de las personas. Y, por lo mismo, en periodos vacacionales bien vale la pena evitar un poco.

Para aprovechar al máximo el verano—y no estar pegado a una pantalla—se antoja ir a la playita o viajar lejos. Pero no siempre es posible. Sin embargo, existe una opción ideal para salir, disfrutar y agregar variación a la rutina, y que es accesible en casi cualquier localidad en México: el senderismo (tanto de ocasión como el profesional) o lo que con cariño también se conoce como “subir cerros”. Se trata de una actividad idónea para acercarse a la naturaleza, hacer un poco de ejercicio y separarse por completo del paisaje urbano y Godín al que estamos acostumbrados.

1. Hay que hacer la tarea

Pero para andar subiendo cerros sin morir en el intento, primero hay que hacer la tarea básica. Todo comienza por investigar qué parques nacionales, montañas, bosques, ríos, etcétera, se encuentran cerca de donde se vive. Y cómo operan durante el verano (horarios, precios, etc.). Por ejemplo, en la Ciudad de México—y sin la necesidad de salir a carretera ni mucho menos—se encuentran espacios enormes y bellísimos como los Dinamos, el Desierto de los Leones, el Bosque de Tlalpan y el Ocotal, por mencionar sólo algunos. En todos ellos, se puede practicar el senderismo (entre otras actividades al aire libre como el ciclismo de montaña) en distintos niveles de complejidad.

El senderismo o “subir cerros” es una actividad para acercarse a la naturaleza, hacer un poco de ejercicio y desconectarse en el verano.
Foto: Pixabay

Como parte de esa investigación, antes de trepar cerros, vale la pena averiguar si los senderos están marcados o no, y si se conoce el nivel de dificultad de cada uno. Lo idea es encontrar a alguien que ya conozca las rutas y visitar el espacio con esa persona.

2. Equipamiento adecuado

Cuando se realiza una actividad nueva es fácil caer en la trampa del consumismo. Al tener que buscar cierto equipamiento adecuado para llevar a cabo una actividad, uno puede engolosinarse y querer comprarlo todo. Algo así puede pasar con el senderismo: antes de subir cerros, quizá se quiera comprar un bastón para hiking y trekking; hacerse de unas botas mamalonas para presumir en redes sociales; o sacar a pagos una mochila impermeable de hidratación.

El senderismo o “subir cerros” es una actividad para acercarse a la naturaleza, hacer un poco de ejercicio y desconectarse en el verano.
Foto: Pixabay

La realidad es que hay que contar con calzado y ropa adecuados—que para empezar no es mucho más que unos tenis cómodos y algunas capas para arroparse bien. Sobre todo en verano, que los cambios de temperatura en un bosque pueden ser bruscos durante una caminata. Parte de hacer la tarea incluye revisar las temperaturas promedio del día y las probabilidades de lluvia, así como velocidades de viento, para llevar un atuendo perfecto.

3. Carcacha, paso a pasito

Hay dos reglas de oro a la hora de querer empezar a subir cerros. La primera: SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE hay que avisar a alguien adónde se va a ir, más o menos por cuántas horas se hará y pedir que estén un poco al pendiente. No importa si se va a un bosque pequeñito y en el que casi siempre hay señal de celular (como el de Tlalpan) o a alguno de varias hectáreas para hacer algo más arriesgado (como escalar en los Dinamos). Es fundamental avisar, para que haya atención en caso de algún problema.

La segunda regla de oro en el senderismo es que todo se hace al ritmo que se puede. Y ésa es la belleza de este deporte: se puede hacer desde una caminata tranquila hasta lograr cumbre después de 7 u 8 horas de subir un cerro con dolor, sangre y lágrimas. Lo más importante es que sea una actividad disfrutable—que bien puede ser acompañada con observación de aves o plantas.  Para ello, se tiene que hacer al ritmo que se aguante e ir mejorando paso a pasito.

Se trata de una actividad maravillosa. Bien puede servir el cierre del verano para darle una oportunidad y olvidarse un rato de los horrores de la vida moderna, en medio de naturaleza, aire fresco y alegría.

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