Suele pasar que vamos a una fiesta y alguien pone una buena salsa, unos cumbiones locochones… algo de música bailable pues. Y sí: siempre hay quienes de plano no le entran al bailongo porque pues no le saben a este rollo o de plano, no son muy buenos con sus pasos.

Algunos dirán que es por falta de práctica o porque simplemente hay gente que no está hecha para eso de ‘sacarle brillo a la pista’. Pero bueno, parece que la ciencia tienen otro veredicto pues un grupo de investigadores de la Universidad de Melbourne en Australia, realizó un estudio que dice que la capacidad para seguir compases y ritmos está ligado a la herencia genética.

Imagen ilustrativa. Foto: Pixabay.

Primero, una prueba de percepción del ritmo

Este estudio se basó concretamente en identificar algunas variantes genéticas relacionadas con la facultad de las personas para seguir un ritmo determinado. Todo ello se traduce en nuestra capacidad para bailar, identificar el compás de una canción, movernos de acuerdo a los beats, pulsos o latidos de algún patrón rítmico, etc.

Para ello, los investigadores de la Universidad de Melbourne le hicieron una serie de pruebas a varios participantes (incluso algunos músicos). La primera parte consistió en un autoinforme -una especie de cuestionario- donde la gente solamente respondió ‘sí’ o ‘no’ cuando se les preguntaba “¿Puedes aplaudir al compás de un ritmo musical?”

Lo siguiente fue hacer que esas personas siguieran los ritmos de diferentes composiciones musicales con las manos, que identificaran si dos secuencias rítmicas eran iguales o diferentes, que completaran un cuestionario sobre personalidad, musicalidad y salud, entre otras cosas. Esto se hizo para medir su percepción del ritmo, además de identificar a los que tenían aptitudes musicales de los que no.

Imagen ilustrativa. Foto: Pexels.

Después, otra prueba para identificar los ‘genomas del ritmo’

Además de los participantes antes mencionados, la Universidad de Melbourne recurrió a otras pruebas realizadas en conjunto con la empresa de biotecnología y genómica 23andMe. Con nuevos participantes -más de 606 mil 800-, este fue el grupo de estudio que dio las variantes genómicas en la investigación.

A estos también se les hizo la pregunta “¿Puedes aplaudir al compás de un ritmo musical?” junto con otras pruebas diversas. En este caso, la inclusión de este grupo en el estudio tuvo como finalidad encontrar los patrones de genes asociados al ritmo.

Imagen ilustrativa. Foto: Pixabay.

Los resultados del estudio

Los resultados de estas pruebas se balancearon a través de diferentes procesos científicos y lo que se arrojó es bastante interesante. De entrada, se estableció que solo entre el 13 y el 16 por ciento de los genes que determinan el ritmo en una persona son hereditarios. Hablamos entonces un porcentaje bastante bajo.

Es decir, la mayoría de las personas –con una excepción de algunos con ciertas aptitudes musicales– tenemos ese mínimo porcentaje de genes que nos ayudarían a percibir o interpretar un patrón rítmico específico. Pero eso no es todo.

Imagen ilustrativa. Foto: Pixabay.

Se preguntarán entonces por qué hay gente que es buena identificando compases en la música, pero a lo mejor no es tan buena en otros procesos como bailar. Bueno, este estudio, publicado en Nature Human Behavior, explica que hay más de 60 variantes genéticas diferentes asociadas a nuestra capacidad de seguir un beat, un pulso o un latido.

Estas variantes genéticas del ritmo, dicen los investigadores, también están correlacionadas con otras funciones como la respiración, la función, la velocidad de procesamiento, el ciclo del sueño, entre otras cosas. Y sí: otra conclusión de la investigación es que el ritmo y nuestra capacidad para seguirlo, está ligado en parte a un desarrollo cerebral más amplio.

Pues ahí lo tienen. Igual y con unas clasecitas de baile, ya le agarramos más el ritmo a la hora de mostrar nuestros mejores pasos. Bueno, al menos ya podemos entender por qué hay gente a la que se le complica un poco más esa actividad.

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