Insectos diseñados para detectar explosivos, indudablemente algo que parece haber salido de un cuento de ficción pero que es toda una realidad. Este es un proyecto que está desarrollando actualmente los militares de Estados Unidos y que a pesar de encontrarse en pruebas su meta es ponerlo en marcha en menos de un año.
La semana pasada la Oficina de Investigación Naval otorgó públicamente a investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri cerca de $750,000 dólares en tres años para alterar insectos con el propósito de que ayuden a detectar químicamente tanto bombas como cualquier otro artefacto explosivo.
Pero ¿cómo lograrán los saltamontes detectar una bomba? Todo gracias a sus antenas. El punto clave de utilizar a estos insectos es que ellos tienen un sistema de detección química del ambiente muy desarrollada. Baranidharan Raman, un ingeniero biomédico de la Universidad de Washington, explicó que “ellos pueden oler un nuevo olor al entrar al medio ambiente en tan sólo milisegundos”.
A pesar de que ya se han entrenado a otros animales como perros, delfines, ratas y hasta elefantes para la detección de explosivos la diferencia de los saltamontes es que gracias a que su sistema neurológico no es tan complicado, a través de una mini cirugía de ingeniería biomédica se puede “tomar el control” del insecto. Los insectos pueden recuperarse de la cirugía en aproximadamente un día y “se comportan como si nada hubiera sucedido”.
Con esta cirugía los militares pueden recibir las señales de los químicos que los insectos vayan captando en un ambiente, lo que podría facilitar en la detección. Para controlar el vuelo del animal y su dirección planean realizar un diseño especial, como un estilo tatuaje de seda, que se coloraría sobre sus alas, este daría calor a las alas, los que les provocaría movimiento. Un pequeño electrodo se conectaría en el cerebro de la langosta para así llevar un registro de lo que el insecto vaya recogiendo.