Lo que necesitas saber:
La Plaza Santo Domingo es un lugar de gran tradición de la CDMX donde se le puede pedir la redacción de una carta o documento a sus escribanos
La CDMX está llena de pequeños poemas andantes que deambulan por las calles. Algunos son metafóricos, otros son gastronómicos y unos cuantos están vivos y trabajan en la Plaza Santo Domingo llenando hojas blancas, transcribiendo documentos y poniéndole palabras a cartas de amor. Nos referimos, por supuesto a los escribanos o “evangelistas”.
Para los que no sepan, este es un oficio viejo. De acuerdo a los historiadores, los primeros escribanos llegaron a México en 1676, no obstante, no se hicieron famosos e importantes hasta el siglo XIX, cuando el 90% de la población no sabía escribir.
Desde aquella época hasta nuestros días, los escribanos han sobrevivido la existencia desde su lugar de trabajo y refugio, en los llamados “Portales de los Evangelistas”, ubicados a un costado de la Plaza de Santo Domingo, en la esquina de la calle República de Brasil.
El oficio sigue vigente
Los hacedores de cartas lo han visto todo, la Revolución Mexicana, los distintos presidentes y el inminente (y un poco triste) avance de la tecnología que súbitamente transformó las cartas en mail y cambió las viejas máquinas de escribir por computadoras y las computadoras por teléfonos “inteligentes”.
Y aunque en esta época el oficio ya está en desuso, aún tenemos la extraña posibilidad de ir al Centro Histórico para visitarlos y conocer a estos sabios que además de escribir, son un poco abogados, un poco psicólogos, un poco notarios, un poco mecanógrafos.
Breve historia de los escribanos
Los primeros escribanos eran conocidos como Amanuenses, dícese de personas que se dedicaban a escribir a mano. Cuentan los historiadores que en el siglo XIX, los escribanos llegaban temprano a la Palza Santo Domingo con su pluma de ave, un tintero, una multitud de hojas y dos sillas de tule.
Se sentaban a esperar clientes y pronto llegaban los que necesitaban documentos llenados a mano, después los que querían mandar una carta a su familia o a su pareja.
Esto cambió cuando se inventaron las máquinas de escribir. En 1910 aparecieron en la capital las primeras Oliver. La llegada de esta tecnología fue mal vista por los que estaban acostumbrados a redactar a mano, pero poco a poco se adaptaron y se convirtieron en los mejores mecanógrafos de todo el país.
Secretos para hacer una carta de amor
De acuerdo con los escribanos, las cartas de amor han sido a lo largo de los años una constante y realizarlas es todo un arte que requiere una buena cantidad de pasos.
Para escribirlas, se tiene que escuchar a la o el enamorado en cuestión. Después hay que interpretar los sentimientos de las personas, si eso se logra, la paga siempre va a ser mejor.
En segundo lugar hay que indagar sobre qué tipo de relación se escribía. Si había sido amor a primera vista, si eran amigos que tenían algo más, o si ya se tenía una relación más formal.
También era necesario explorar las características físicas de la persona a la que se le escribía. Había que describir todo, cómo usaba el pelo, sus lunares, ese grupo de rasgos que hacen única a la persona amada.
Existe una leyenda que dice que si un escribano redacta tu carta de amor, la pareja en cuestión nunca se separará de ti.
Sobre la hermosa Plaza Santo Domingo
Ubicada en el lugar donde estuvo el palacio de Cuauhtémoc, el último tlatoani del imperio azteca, tras la conquista el espacio se le ofreció a los Dominicos, que justo en ese lugar construyeron el Templo de Santo Domingo, el que permanece hasta nuestros días. El espacio de la plaza se conservó.
Al tratarse de un lugar estratégico, también se construyó ahí el Palacio de la Santa Inquisición, que hoy es el Museo de la Medicina, así como casonas de antiguos señores y el Edificio de la Nueva Aduana.
Arquitectura y reconstrucciones
En esta plaza se puede apreciar, casi intacto, el estilo barroco novohispano. Al sufrir problemas como inundaciones y hundimientos, algunos de sus edificios se reconstruyeron en el siglo XVIII. Además, a través del tiempo, sufrió otros problemas como incendios y algunos de sus portales se derrumbaron.
Ahí está la estatua de Josefa Ortiz de Domínguez, por lo que se le llegó a llamar también Plaza de La Corregidora, así como Plaza 23 de Mayo para conmemorar la autonomía de la Universidad, que se obtuvo en ese mismo día del año 1929.
El Portal de los Evangelistas
Los escribanos vieron la labor de la Inquisición y cómo fusilaban gente durante el tumultuoso siglo XIX. Su oficio en muchos casos pasa a través de varias generaciones. A ellos los podemos encontrar en el llamado Portal de los Evangelistas.
La Plaza Santo Domingo ha visto pasar gran cantidad de negocios relacionados con el mundo editorial. En la actualidad permanecen los diferentes locales de impresores que también podemos visitar si necesitamos un título, una tesis o una cédula profesional. También dicen que ahí se pueden obtener documentos oficiales falsificados.
El oficio de los escribanos perdura. Si quieres hacer el intento de enviarle una carta de amor a tu ser amado, en lugar de enviarle mensajes y emoticones, date una vuelta por la Plaza Santo Domingo. Es un lugar emblemático y lleno de historia que permanece en la CDMX a través de los siglos.