… o mejor dicho: nadie le llega al precio. Pues a final de cuentas, en estas épocas de crisis, ¿quién se aventaría tamaña inversión?
Lo que los especialistas esperaban que se ganara los titulares de sopitas.com como “El diamante más caro de la historia”, terminó en una gran decepción. Aun así, conserva el título de “El diamante en bruto más grande alguna vez subastado”.
La venta del mentado diamante, fue pospuesta indefinidamente por falta de compradores interesados en sacar romper el cochinito y gastar más de 70 millones de dólares, que era el precio mínimo exigido por la casa Sotheby’s… ¿no le pierden?
El máximo ofrecimiento que se registró por el diamante anunciado como “una piedra preciosa del tamaño de ‘una bola de tenis” (bastante fino el asunto) fue de nomás 61 millones de dólares, muy por debajo, no sólo del mínimo considerado por la casa de ventas, sino también del valor esperado en comparación a la mayor venta registrada de un diamante, la cual quedó en 63 millones de dólares y fue en una subasta efectuada por la misma subastadora.
Los especialistas habían previsto que la suma ganadora rondaría los 86 millones de dólares, lo que significaría colocar a la piedrita como la joya en bruto más cara de toda la historia… pero se la pellizcaron y nada más se quedará como “el segundo diamante más grande alguna vez encontrado”.
El “Lesedi la Rona”, que es como se le bautizó a la piedra preciosa, fue encontrada en noviembre del año pasado en Botsuana, en una mina propiedad de la Canada’s Lucara Diamond Corporation, una empresa con sede en Vancouver.
En vista de que nadie se aventó el tiro de invertir la cantidad mínima solicitada, se espera que el diamante entonces se pueda comercializar en una venta privada, según reporta Bloomberg.
David Bennet, presidente del departamento de joyería de Sotheby’s considera al “Lesedi la Rona” un descubrimiento de esos que sólo se hacen una vez en la vida… sin embargo, nada comparado con el mayor diamante de la historia, hallado en 1905 en África del Sur, de aproximadamente 3 mil 106 quilates y que no fue vendido, ni subastado: fue cortado para ser colocado en uno de los cetros y en una de las coronas de las joyas de la Corona Británica.
