Justo cuando pensó que ya se había vestido de gloria, un soldado ruso terminó recibiendo los reclamos de la gente responsable de una producción cinematográfica.
¿Pues para qué no le avisan?
Cada uno de los actores desarrolló su papel tal como decía el libreto: la rehén, el secuestrador y los inútiles policías… sin embargo, llegó un extra no contemplado, quien al ver que los polis ya habían sido sometidos, entró a aplicarle manita de puerco al gandalla “agresor”.
Lo bueno es que el soldado no estaba armado. Porque igual y hasta tenía buena puntería.