Si uno cuando se encuentra en el piso un papel que parece un billete de 20 pesos siente latir el corazón más rápido, imagínense lo que sintieron los trabajadores de un restaurante de Nueva Jersey, al enterarse que le habían pegado al gordo.

Risas, llanto, gritos de felicidad… así fue el escenario que se vivió el sábado en el Grissini’s Restaurant, cuando sus empleados pensaron que se habían ganado nada menos que los 949 millones de dólares que ofrecía la lotería Powerball… que repartidos entre las 42 personas, le daba a cada uno algo así como 23 809 532 dólares a cada uno (menos impuestos).

Sin embargo, la alegría fue pasajera, ya que a los pocos minutos (20, para ser exactos), uno de los efímeros millonarios se percató que los números ganadores de su boleto, pues sí correspondían… pero con los que habían salido ganadores el miércoles anterior.

“Fue como recibir un puñetazo en el estómago”, comentó Charles Poveromo, hombre de 55 años que, durante 13, ha servido como camarero en el lugar donde sueños rápidamente se desvanecen. Era demasiado bueno para ser real: el fugaz Güicho Domínguez dijo al New York Post que entre los 42 empleados del lugar armaron la vaquita y compraron 210 dólares en billetes de la lotería.

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¿Cómo pudo suceder semejante error? Así: el sábado, un amigo de don Charles le envió los últimos número del Powerball… eso pensó él, ya que no se dio cuenta que el sitio web de donde los sacó no había sido actualizado y aún mostraba la combinación ganadora del miércoles.

“Tomé el teléfono y comencé a llamar a los números de todos los empleados”, recuerda con nostalgia Poveromo; “no puedo poner en palabras los sentimientos de euforia que todos nos sentimos”, agregó… bueno, para eso está YouTube.

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La vuelta a la realidad fue cortesía de la esposa de don Charles, quien antes de cantar victoria decidió verificar nuevamente los números ganadores… fue entonces que supieron que necesitaban de una máquina del tiempo para celebrar con ganas.

Crueldad absoluta: uno de los empleados (encargado de lavar los trastes) al enterarse que ya era millonario gritó “¡renunció!, ¡me voy de aquí!” Sin embargo, cuando comprendió la equivocación, se puso de vuelta su delantal y sonriendo penosamente dijo “de vuelta al trabajo”.

*Vía NYP

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