Para Arturo, ser fotógrafo durante la pandemia de COVID-19 se convirtió en un viaje de autoconocimiento en el que su entorno dejó de ser la calle, para convertirse en el espacio en el que estaba encerrado.
En marzo de 2020, la vida dio un gran cambio para la mayoría de personas en todo nuestro país. La llegada y propagación del COVID-19 en México y el cierre obligado de todas las actividades con excepción de las consideradas esenciales para reducir el riesgo de propagación, transformó por completo nuestro día a día, pues el miedo al contagio se convirtió en una constante que hizo imposible salir a la calle.
A partir de ese momento para Arturo Soto, fotógrafo documental y coordinador de comunicación y fotografía en la revista cultural Mi Valedor, comenzó un viaje de autoconocimiento en el que dejó su día a día tomando fotografías en su entorno, la calle, para adoptar como su nuevo ambiente el espacio donde estaba encerrado.
Cambiar de entornos
Luego de un golpe de realidad, en el que el virus dejó de ser algo lejano, para instalarse en nuestra cotidianidad, Arturo transformó su rutina: “Me interesa documentar mis propios entornos, mi cotidianidad, las calles que recorro, los lugares que visito, los comercios donde compro”, indica Arturo a Sopitas.com.
Su día a día antes de la pandemia era salir a recorrer y documentar las calles, lo cual se hizo imposible a partir de la contingencia. Y es que pese a que la pandemia no es algo que sufre propiamente, pues su trabajo le permite seguir generando un ingreso económico realizando actividades a distancia, su labor fotográfica en el principio de la pandemia se vio interrumpida por completo.
“Lo que ocurrió con la pandemia fue que no podía salir a tomar fotografías a la calle, pero de alguna forma, fue una manera de mirar aún más hacia mi entorno, que dejó de ser la calle donde yo salía a caminar, para ser el espacio en el que estaba encerrado”, asegura Arturo sobre cómo cambió su dinámica de trabajo.
Esta adopción de un nuevo entorno se convirtió en una manera de laborar con el trabajo fotográfico que ya había realizado, siendo consciente de que en un buen rato no podría salir a tomar nuevas imágenes.
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Un cambio estético en el comercio
El trabajo fotográfico de Arturo Soto, tiene especial interés en las dinámicas alrededor del comercio en la calle, “A mí me interesa mucho las dinámicas alrededor del ‘comercio informal’, que de informal no tiene nada, pues tiene dinámicas muy específicas, de personas que trabajan muchísimo”.
Esta labor fotográfica lo ha mantenido cercano a los cambios que sufrió este grupo a partir de la pandemia, pues al perder sus clientes se vieron muy afectados: “De entrada te das cuenta de que la pandemia no nos golpea de la misma manera a todos”, asegura Arturo.
Entre otros cambios que destacan está el cambio estético y de dinámicas en el comercio, resultado del regreso a la “nueva normalidad” en la que el regreso a las calles de estos puestos, con el objetivo de cuidarse, incorporó plásticos, gel antibacterial y cubrebocas que modificaron la forma en que vemos al comercio.
“Si son históricos, al final son cosas que eventualmente se van a ir, pero que es muy importante tener en un registro visual de que ocurrieron”, afirma el fotógrafo.
¿Cómo ha sido la pandemia para los “Valedores”?
Arturo se desempeña como coordinador de comunicación y fotografía en la revista cultural Mi Valedor, una asociación, mitad revista, en el que poblaciones en riesgo de la Ciudad de México encuentran la oportunidad de reencontrarse con su comunidad, agarrar chamba, tomar talleres, hacer recorridos culturales y de paso, convertirse en fotógrafos y cronistas de la Ciudad (acá les contamos más sobre el proyecto).
Con motivo de la contingencia, todas las actividades de Mi Valedor se vieron interrumpidas, pues al ser poblaciones que viven con gran vulnerabilidad ante la pandemia, el realizar estas actividades aumenta el riesgo de los beneficiarios.
Del confinamiento a la lenta reactivación
“En ese sentido, fue un poco frustrante no poder tener esas actividades con ellos, pero al mismo tiempo me dio la posibilidad de entender que podíamos generar comunidad a través de otras formas”, nos cuenta Arturo, quien detalla que con la disminución de casos de contagio y la apertura de más negocios y actividades, las labores en favor de los “Valedores” se fueron reactivando, entre ellos los recorridos fotográficos.
“A medida que se fueron reactivando los recorridos, la forma en que entendíamos la foto ya era algo distinta. Creamos un archivo comunitario y nos gusta discutir la importancia de la imagen desde el entorno de cada quien”, relata el fotógrafo sobre cómo los beneficiarios de Mi Valedor comenzaron a realizar recorridos donde retratan su entorno, o bien, donde viven o pernoctan (si son personas en situación de calle).
Encontrar una motivación en la fotografía gracias a la pandemia de COVID-19
“Era muy interesante y valioso conocer cómo entendían sus propios entornos a través de sus imágenes. Un poco, conocer cómo ven las personas desde sus propios ojos, pero además personas que normalmente no tienen la posibilidad de documentar nada”, dice Arturo.
El conocer estas dinámicas se ha convertido en una motivación para continuar con el trabajo fotográfico para Arturo, pues “nunca deja de haber historias que contar”, al encontrar que todos tenemos una voz que se puede retratar para dar a conocer qué es lo que están diciendo las otras personas.
“A mí me interesa saber mucho lo que piensan los valedores, ellos tienen una voz propia, a mí me interesa escucharla, y si la puedo escuchar por medio de sus imágenes, es muy valioso, pues son poblaciones que no siempre tienen la oportunidad de decir algo y menos por una imagen”, puntualiza Arturo Soto sobre su profesión.