Emprender es una ardua batalla a la cual pocos valientes emprendedores le entran. En México se estima que hay alrededor de 4 millones de pequeñas y medianas empresas (pymes), pero lo cierto es que no todas tienen una alta esperanza de vida.
De acuerdo con datos de The Failure Institute (el centro de investigación del movimiento Fuckup Nights, dedicado a hablar y analizar el fracaso de los emprendimientos), en el mundo 75% de los negocios no sobrevive más allá de dos años.
En México, los datos hablan de emprendedores aventados: 96% de las personas inicia su negocio sin incubarlo o acelerarlo –por lo cual no tienen asesorías administrativas o financieras en su arranque–, e incluso cuando la propuesta falla, un 22% mantiene el deseo de comenzar de nuevo.
Es por esto que hablamos con cuatro emprendedores que, a la buena y a la mala, han sobrevivido con negocios donde la pasión y el talento abundan, pero las horas de sueño escasean…
Bamboocycles, sobreviviendo al “y yo por eso, estoy fuera”
Diego Cárdenas inició Bamboocycles en marzo de 2008, un negocio de bicicletas con cuadros hechos a base de bambú, un material que, contrario a lo que podrías pensar, puede llegar a ser incluso más fuerte que el acero.
La inspiración para Diego nació de un taller de diseño industrial con bambú en Francia, y le tomó dos años desde la idea, hasta dar con un prototipo apto para su venta. Actualmente, ha encontrado su nicho en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, hacia donde exporta la mayoría de sus productos, además del mercado europeo.
Diego ha sobrevivido a todo tipo de desafíos, desde la labor de venta para difundir las propiedades del bambú como material para hacer bicicletas –y que incluso se usa para algunas construcciones– y superar una salida de todos los tiburones ante su propuesta en Shark Tank, por considerar que tardarían hasta 20 años en recuperar su inversión–, hasta la escasez de componentes de bicicletas por la pandemia, que disparó la demanda del transporte a dos ruedas.
Para el emprendedor, lo fundamental ha sido confiar en su producto, que atiende a un nicho muy específico preocupado por el medio ambiente, y para ello, lo importante es irse a paso lento, pero firme.
“Hay veces que llegas con la idea de que entre más lana le metas, mejor te puede ir, pero hasta cierto punto esto es falso, no es una expectativa tan real”, dice.
“A mí lo que me ha ayudado es no asumir que A+B es igual a C. Puede serlo, pero voy a estar listo por si el resultado es D, o E. Es tener claro que en este proceso es mucho de aprender, observar, saber levantarse, y al final tener claro el valor que le puedes dar a la gente”.
Baby Ballet, la academia de danza que se convirtió en franquicia
Betsy Eslava y Mario Loaiza iniciaron Baby Ballet hace 15 años en la Ciudad de México, como una respuesta a la falta de opciones de escuelas de ballet para una de sus hijas, que sólo hallaba una oferta de danza en Polanco, cuando vivían en Coapa.
El matrimonio empezó con un local de 30 metros cuadrados y 100 alumnos. Desde 2012 el proyecto se convirtió en una franquicia, y ahora cuentan con una matrícula de 13,000 alumnos y 70 unidades dentro y fuera de México, en otras regiones como Chile, Colombia y Costa Rica.
La adaptabilidad es una de las fortalezas clave en un emprendedor, consideran Betsy y Mario, que antes habían afrontado otras crisis como la influenza AH1N1 y sismos, lo que les permitió anticiparse a los cambios que trajo la pandemia de COVID-19.
“Adaptarse al cambio es vital, una tiene que ser rápida. Cuando empezó la pandemia, una semana antes de que dijeran en marzo que ya nadie iba a la escuela, ya habíamos elaborado un plan para transitar al online, algo que a las escuelas todavía les tomó mucho tiempo”, dice Betsy, administradora de empresas por profesión.
Para Mario, abogado de formación, también es crucial mantenerse perceptivo de lo que los demás hacen. “Es importante ver el producto y la competencia. Ver el mercado y los costos para ofrecer precios competitivos. También es importante incubar el negocio, porque hay quienes no tienen ni manuales ni procedimientos”.
Ahora Baby Ballet se encuentra en una agresiva etapa de expansión y crecimiento. A la fecha cuentan con cinco proyectos que ya están en búsqueda de local y por firmar contrato, y en un escenario conservador planean sumar hasta 14 nuevas unidades en México, e incluso retomando algunos planes pausados por la pandemia, como entrar a Perú.
Digitt, de transferir deudas a ofrecer préstamos
David García fundó Digitt en 2018 en Guadalajara luego de sufrir un endeudamiento con su tarjeta de crédito, que, con una tasa de interés de 70% y pagos mínimos, creó una situación insostenible de la cual fue muy difícil salir.
La startup financiera de David tiene un modelo de negocio en el que se transfiere la deuda de una tarjeta de crédito a Digitt, que salda el adeudo con el banco directamente, y hace un cargo mensual más una tasa de interés que va del 20% al 42% anual.
David explica que el mercado es grande, pues en México hay alrededor de 10 millones de personas no totaleras –es decir, que no liquidan el monto total cada mes–, por lo cual su salida fue rápida.
“Algo que hicimos fue movernos rápido. Tuvimos una versión sencilla de la plataforma en dos a tres meses, y salimos a mercado con producto simple. La mayor parte de la operación del negocio era en Excel, y hacíamos las labores de cobranza nosotros mismos, incluso pagando algunas deudas con nuestro propio dinero”, relata.
El mayor desafío para David es justamente adaptarse a los retos, que en cualquier sector van evolucionando. “No puedes esperar que tu producto sea perfecto desde el inicio. Hay que mantenerse al tanto de los problemas del día a día, ver las experiencias que a las personas no les gustan, identificar necesidades no cubiertas. Y algo importante es que, cuando decidan dedicarse a resolverla, sea algo que verdaderamente les guste”, dice.
Ahora, la startup también ofrece créditos personales, y ha refinanciado más de 4 millones de dólares en créditos, lo cual ha llamado la atención de los inversionistas, al punto que ahora se encuentra trabajando con un levantamiento de capital.
Reflights, el emprendimiento que no se rinde
Pablo Elizalde y Guillermo Plasencia iniciaron Reflights en mayo de 2018, buscando aprovechar desde México un nicho de mercado en Europa: el de los reembolsos de aerolíneas.
Ante la cancelación o retraso de un vuelo, los usuarios tienen la opción de pedir a la aerolínea una compensación que, sin embargo, implica un trámite que puede ser largo y tediosos. Aquí es donde entra la startup, que hace toda la labor de negociación a cambio de una comisión.
El modelo de negocio resultaba atractivo en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, la pandemia de COVID-19 llegó, y se llevó consigo a más de 90% de los vuelos comerciales en todo el mundo, arrasando con todo el mercado de Reflights.
“Conseguir un reembolso ahorita es prácticamente imposible. Para tratar de mitigar los efectos de la pandemia ofrecimos una garantía total de servicio, donde si no te gustaba la solución te reembolsábamos el 10% sin ningún compromiso”, relata Pablo.
Sin embargo, esta alternativa no dio los resultados esperados. “Si bien ayudábamos a los usuarios con nuestra asesoría gratuita, no era en el volumen esperado para mantenernos como negocio y tener el impacto que soñábamos”.
De momento, Reflights está en pausa, a decir de sus fundadores, quienes han optado por pivotarse –un término propio de las startups, que implica cambiar radicalmente de giro– para voltear al segmento financiero con el sitio Aguacatito.mx, que se centrará en ofrecer asesoría en productos financieros y, además, ser un canal para contratarlos.
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