A menudo conocemos historias de personas que se vuelven muy conocidas gracias a su carisma o buen corazón, y justo esa es la historia de Floyd Martin, un cartero se ha dedicado a repartir correos en Georgia desde el año 1985 y que luego de 20 años de trabajo se ha jubilado. La noticia podría ser irrelevante para muchos, pero no para los vecinos del vecindario donde Martin trabajó durante poco más de dos décadas, quienes realmente se encariñaron con él y decidieron hacer una hermosa y emotiva fiesta de despedida.
Esto ocurrió en el centro de Marietta, en Georgia. Buzzfeed News dio a conocer que varios vecinos de la zona se reunieron para hacerle una despedida a Floyd Martin, quien no sólo se dedicó a hacer llegar la correspondencia de las personas, sino que logró tocarles el corazón con muchas de las actitudes que tenía con las personas que frecuentaba durante su ruta.
“Él le dio a cada uno de mis hijos un regalo de graduación. Cada vez que uno de ellos se graduaba, ponía $ 20 en el buzón”, dijo Becky Poole, que conoce a Martin desde hace 25 años y quien destacó que el cartero no sólo tenia consideración por sus hijos, sino también por los perros y gatos que habitaban en el vecindario, a quienes seguido les da golosinas. “Cuando uno de nuestros perros murió, Floyd lloró. Él amaba a ese perro”, mencionó la señora.
Otra de las emotivas historias que involucró a Floyd Martin fue la que tuvo con la abuela de una vecina llamada Amanda Seals. y es que la señora padece de demencia y tiende a olvidar muchas cosas o personas, sin embargo, al buen Floyd lo recuerda cada que lo ve, e incluso les tomó recientemente una foto a ambos para que la abuelita pueda recordar más cosas en el futuro.
Fue hace unos meses cuando el cartero le anunció a sus conocido que se retiraría de su puesto, y por ello varias señoras del lugar comenzaron a organizar la despedida, afirmando que ésta tendría que ser “igual de grande” que la trayectoria de Floyd Martin por Georgia y los corazones de todas las personas que tuvieron el gusto de conocerlo.
Así fue como el grupito de señoras comenzaron a pedirle a las personas del vecindario que adornaran sus buzones y asistieran a una comida que habían organizado a este simpático señor, y aunque al principio la chamba se vio sin convocatoria, al final logró reunir a cerca de 500 personas, quienes compartieron anécdotas con el cartero, a quien hicieron llorar por las muestras de cariño que recibió ese día.
“Es un trabajo muy duro. No tenía ese ritmo postal cuando empecé. Me tomó un tiempo conseguirlo y me frustré “, dijo Floyd. “Llamé a mi mamá y le dije: ‘No puedo hacer esto’. Ella me dijo: ‘Aguanta ahí, bebé’ ”, recordó Martin de sus inicios en el trabajo que sin duda le dejó muy bonitas experiencias. “Dije: ‘Quiero ser bueno en esto, quiero ser el mejor’ ”, y vaya que lo consiguió.
