Anthony Bourdain fue muchas cosas. El jefe de cocina en uno de los restaurantes más famosos de Nueva York, crítico gastronómico, escritor, artista y sobre todo un entusiasta de los viajes exóticos.

Amante de las tradiciones culinarias auténticas y de las expresiones locales. Quizá por eso, o solo por eso, vale la pena nunca olvida su viaje a México

Durante su visita a nuestro país, Bourdain desechó las clásicas paradas turísticas. No fue a los restaurantes más connotados; más bien se dedicó a descubrir esos pequeños establecimientos en los que la comida está lejos de estrellas Michellin y cerca de la calle. 

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Con la ayuda de activistas, periodistas y demás expertos en la cultura popular, el estadounidense logró penetrar en nuestro folklore a través de los sabores.  Se sentó en una fonda, caminó entre los puestos de un tianguis y le declaró su amor a un taco de suadero.

Dicho todo eso, vale la pena seguir su recorrido y visitar algunos de los lugares que aparecieron particularmente en la tercera temporada de su famoso show, Parts Unknown. 

Los días de Anthony Bourdain en México (más allá de la comida)

Durante su estancia en nuestro país, Anthony quiso conocer la esencia misma de lo que nos hace mexicanos. Comprender las problemáticas, hablar con personas reales, de pie y dejar que las calles y las tradiciones lo guiaran en su búsqueda por el bocado perfecto. 

Respecto a esta nación, el crítico comentó: 

México es un país en el que cada día la gente lucha por vivir… Un país hermoso, tan hermoso que te rompe el corazón; uno de esos lugares inusuales…nuestro hermano de otra madre”. 

El recorrido de Bourdain comenzó en la Ciudad de México. Acompañó a un periodista en sus rondas para cubrir asesinatos.

Conoció de cerca un altar de la muerte y  fue a un gimnasio de la Colonia Guerrero, donde desayunó –arroz rojo, huevo estrellado y frijoles– con un boxeador que le habló de la vida en los barrios más pobres de la capital.

Imagen: Parts Unknown

También exploró dentro del famoso mercado de Tepito, donde comió de puesto en puesto, de platillo frito a platillo frito, y demostró esa unión casi absoluta que existe entre una gastronomía específica y su cultura. Este emblemático tianguis le pareció un mundo en sí mismo.

Su travesía continuó en Oaxaca, donde literalmente dejó el corazón y por Cuernavaca donde tuvo oportunidad de hablar con distintos tipos de cocineros.

Imagen: Twitter

 Su viaje a nuestro país causó gran impresión en él. Al punto que le escribió una verdadera carta de amor a nuestro país, donde expuso las grandes contradicciones que tienen los gringos con los mexicanos. Si la quieren leer aquí les dejamos el link.

Guía de viajes, cortesía de Bourdain 

Tehotitlán, Oaxaca 

Bourdain se quedó maravillado con la comida zapoteca, en particular con el mole. Durante su viaje al sur de México se sentó con las mujeres de la localidad a aprender diversas técnicas para hacer tortilla y desgranar el maíz. En su cuenta de twitter llamó a sus compañeras de cocina, “algunas de las mejores chefs que he conocido”. 

Imagen: Parts Unknown

La Guerrerense

Este restaurante, dedicado a la preparación de mariscos, tostadas y  salsas perfectas, se volvió uno de los lugares predilectos de Bourdain. Quizá porque empezó como un puesto callejero en Ensenada y gracias a sus recetas, casi legendarias, se convirtió en uno de los establecimientos más icónicos, no solo del norte, sino también de la Colonia Roma. 

Los cocuyos

Anthony Bourdain amaba los tacos y siempre que podía se escapaba para comerlos. En sus múltiples visitas a nuestro país hacía una parada en Los Cocuyos, ahí en lo más profundo del Centro Histórico, para saborear una orden de suadero con todo. 

Como los otros comensales, pedía a gritos su orden, esperaba su comida parado y cuando llegaba, le agregaba complementos. Mientras saboreaba la comida, observaba las otras delicias que venden aquí como la maciza, cabeza o lengua, y hacía un video para explicarles a los que no sabían, cómo se comen realmente los tacos. 

Imagen: Parts Unknown

Migas La Guera

Ir a recorrer Tepito y no hacer una parada en este sitio, que desde los 60 le ofrece a propios y extraños las mejores recetas de migas del barrio, es sin duda un sacrilegio.

Más si eres Bouedain y necesitas para descansar con una michelada fría y un caldo pan blanco, y huesos de pierna de puerco. 

Máximo Bistrot

Como ya lo mencionamos, Bourdain era amante de la comida callejera, pero también de la posibilidad de hablar con los referentes locales de la cocina local. Un ejemplo de esto lo podemos ver en este restaurante de la Colonia Roma, donde Anthony tuvo una entrevista con el cocinero mexicano, Eduardo García.

La visita que realizó al Máximo Bistrot no se parece a nada, lejos de sentarse y esperar a que le sirvieran, el experto se fue a la cocina a platicar con el chef. Ahí probaron algunas de las especialidades de la casa, como por ejemplo salsa de la casa, tacos de cerdo y hasta un poco de chile serrano rostizado. 

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