Entonces eres un perrito pasándola de lujo en la vida, orinando en tus lugares designados porque pues tus humanos te educaron bien.
Un día, mientras juegas con tu divertida pelota de tenis, en un arranque de emoción, ésta sale directamente hacia la piscina de la casa.
Desesperadamente quieres seguir jugando pelota, pero sabes que si te metes a la piscina no puedes entrar a la casa hasta que te seques y pues al rato vas a querer entrar a la casa y caray, qué dilema. Es hora de pensar.
¿Alcanzar la pelota con la patita? Imposible, muy lejos. ¿Tal vez pedalear en el agua para que la corriente la traiga de regreso? Posible, pero muy cansado.
La solución es obvia:
Sí, improvisas una lanchita y vas y vienes sin tocar el agua (casi) para poder seguir jugando con tu pelotita y permanecer seco.