Por más complicado que creamos que es el amor, realmente no presenta problema alguno para la ciencia, de hecho hasta resulta un tanto ‘sencillo’ de entender cuando nos dicen que sólo se trata de una interacción de componentes químicos de nuestro cuerpo. Así que si ustedes viven con la incertidumbre de saber sí la persona por la que se desvelan siente lo mismo por ustedes, basta con que se acerquen a algún centro médico con el equipo necesario para corroborarlo, eso sí… suponemos que llevar a nuestro amor platónico a una clínica es realmente el problema.
Y es que cuando uno está tan enamorado o clavado en alguien morimos de ganas el saber si esta persona siente lo mismo hacía nosotros. Conjeturas pueden existir muchísimas, desde los movimientos corporales hasta las sutiles señales que a veces cuesta trabajo entender. Pero para quienes buscan datos serios existe el siguiente método que puede ayudarlos, sólo necesitan una resonancia magnética y algunos sensores.
El amor se puede dividir en tres etapas, y en cada una de ellas nuestro cuerpo se encarga de liberar diferentes compuestos químicos. Estas etapas son: la lujuria, la atracción y el apego. Cuando estamos en plena lujuria nuestro cuerpo libera gran cantidad de testosterona o estrógeno; en plena luna de miel, el cuerpo libera dopamina; y cuando existe el ‘quiero estar contigo el resto de mi vida’, el cuerpo libera oxitocina y vasopresina.
El doctor Lucy Brown, profesor neurocientifico del Colegio Einstein de Medicina, es un pionero en el estudio de la neurociencia del amor.
Una de las maneras en que estudió ‘el amor’ fue a través de resonancias magnéticas, donde analizaba los flujos de sangre en nuestro cerebro cuando andamos con las mariposas en el estómago. Él explica que si levantar pesas lleva sangre a los bíceps, cuando tenemos los diversos síntomas de enamoramiento también hay lugares específicos que se activan en nuestro cerebro.
Brown detalla:
“Si usted piensa que alguien podría estar muy atraído hacia ti, lo que está pasando en su cerebro es una activación de una parte llamada área tegmental ventral, que es parte de nuestro sistema de recompensa y unidad. Es la parte del cerebro que se activa cuando la gente está bebiendo agua después de estar muy sediento, o comer chocolate cuando se es un adicto al chocolate.”
También Brown explicó que dicha reacción del cerebro pasa cuando estamos viendo alguna fotografía de la persona de la que vivimos enamorados, y resaltó que esta reacción no es común cuando vemos una persona y creemos que es “hot”, esto es porque son sentimientos distintos; en la primera sentimos una necesidad ferviente de estar junto a la otra persona, y en el segundo sólo es un gusto, pero tampoco significa que queramos -o podamos- estar con nuestros amores platónicos. Uno es querer y otro es gusto.
Otro método para saber si alguien está ‘muriéndose’ por estar a tu lado, se logra midiendo la energía que expulsa la piel, obviamente estos datos se obtienen gracias a sensores corporales. También tomar registro de nuestras frecuencias cardiacas puede arrojar información que especifique que estamos enamorados.
Los estudios también arrojaron que existen cambios en nuestro cuerpo cuando escuchamos simplemente la voz de la otra persona, estos cambios son de forma casi inmediata a la primer escucha, y altera nuestro ritmo cardiaco así como el sistema nervioso simpático.
Y bueno, si de plano no hay forma de que puedas llevar a tu novio/a a una clínica para corroborar si está enamorado o no, puedes sacar algunas conjeturas a través de un análisis profundo físicamente. Palmas sudorosas, voz o manos temblorosas, dilatación momentánea de pupilas, o repentinas ‘huidas’ son síntomas de enamoramiento.
Pero la mejor forma para corroborar y que no implica ir a sacar ficha al seguro social, es tomar el valor y preguntarle directamente a la persona que nos gusta cuáles son sus sentimientos.
A veces es muy fácil adivinar que para nada le gustamos a la otra persona, tampoco se claven e insistan, y recuerden siempre… la vida es cruel.