De vez en cuando, la vida nos pone a prueba. Simplemente poniéndonos en circunstancias que lastiman el corazón, como la guerra, el hambre, o cientos de botellas de cerveza destrozadas en una carretera y junto con ellas, nuestras lágrimas.
¿Por qué la vida tiene que ser tan dura?
Todo ocurrió en la carretera de Sullana, en Perú, cuando una mente inconsciente que decidió no hacer bien su trabajo al no asegurar correctamente su cargamento, que iba con destino a Cieneguillo. Gracias a este acto irresponsable, aproximadamente 100 cajas de cerveza jamás verán su destino y nunca serán bebidas por nadie.
Las cosas serían diferentes si en vez de botellas, hubiesen sido latas. Al menos se podría salvar una que otra, tal vez hasta algún grupo de buenas personas de buen corazón hubieran podido recoger unas cuantas y darles alojo en su refrigeradores.
A veces sólo queremos pensar de manera positiva.
Pero las cosas no siempre son tan fáciles. Hoy simplemente diremos adiós, ya que este día, toca a la tierra brindar por las chelas caídas.
Vía El Universal