La música es liberadora. Es tan parte del ser humano, que un mundo sin ella no valdría la pena. Sirve para sentir, para aprender, para expresarse, para iniciar revoluciones y para cambiar el mundo. Pero tristemente, aún hay lugares en los que la libertad de expresión a través de ella es castigada con la muerte. Este es el caso, en pleno 2020, de Yahaya Sharif-Aminu, quien ha sido sentenciado a la horca por cometer blasfemia en una canción.
El músico del estado de Kano, en el norte de Nigeria, ha sido condenado a muerte por blasfemar contra el profeta Mahoma. Sentenciado por un Un tribunal superior de la Sharia en el área de Hausawa Filin Hockey, el joven de 22 años fue encontrado culpable por una canción que circuló a través de WhatsApp en marzo. Ahora tiene los días contados.
Después de componer la canción, Yahaya Sharif-Aminu se escondió durante días mientras miles de personas exigían un castigo ejemplar. Tiempo después fue detenido por las autoridades y sentenciado a morir. En su audiencia, Sharif-Aminu no negó los cargos, pero el juez Khadi Aliyu Muhammad Kani dijo que podía apelar el veredicto.
La ley Sharia y la sentencia
Los estados les norte de Nigeria, de mayoría musulmana, utilizan la ley Sharia nuevamente desde que se reintrodujeron en 1999. Desde ese entonces, se ha dictado una sentencia de muerte además de la de Sharif-Aminu.
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Los manifestantes, quienes fueron los primeros en pedir consecuencias graves para el joven, incendiaron primero la casa de su familia. ¿Saben por qué lo hicieron? La canción fue catalogada como blasfemia porque elogiaba a un imam (la persona que dirige la oración colectiva en una mezquita) de la hermandad musulmana de Tijaniya en la medida en que lo elevaba por encima del profeta Mahoma.
Así como lo leen: dijo que el jeque Ibrahim Niasse, el fundador senegalés de la secta Tijaniya, que tiene muchos seguidores en África occidental, “era más grande que el profeta Mahoma”. Suficiente para sentenciarlo a morir de acuerdo a las leyes Sharia.
La sentencia de muerte servirá de ejemplo
El líder de los manifestantes que pidieron el arresto del músico en marzo, Idris Ibrahim, le dijo a la BBC que la sentencia servirá de advertencia a otros “que contemplen seguir el camino de Yahaya”. “Cuando me enteré de la sentencia me alegré mucho porque demostró que nuestra protesta no fue en vano”, dijo el hombre.
“Este [juicio] servirá de disuasión para otros que sientan que pueden insultar a nuestra religión o al profeta y quedar libres de culpa”, dijo.
La última vez que un tribunal de la sharia de Nigeria dictó una sentencia de muerte fue en 2016 cuando Abdulazeez Inyass fue condenado a muerte por blasfemar contra el Islam durante un juicio secreto en Kano.
A pesar de que Yahaya sigue detenido y ha sido privado de su libertad, la sentencia no se ha ejecutado ya que la pena de muerte en Nigeria requiere la aprobación del gobernador del estado.
Cómo funcionan los tribunales de la Sharia de Nigeria
Los tribunales de Nigeria son completamente otro negocio a diferencia de los mexicanos. En el país africano, doce estados del norte, dominados por musulmanes, operan el sistema de justicia de la Sharia. Pero sólo los musulmanes pueden ser juzgados en sus tribunales.
El sistema de la Sharia tiene su propio Tribunal de Apelación y se ocupa de asuntos civiles y penales pero que sólo involucren a musulmanes. Los jueces de la Sharia, conocidos como álcalis, aprenden tanto en las leyes islámicas como en las seculares.
Si un caso involucra a un musulmán y un no musulmán, el no musulmán tiene la opción de elegir dónde quiere que se juzgue el caso. El tribunal de la Sharia solo puede conocer el caso si el no musulmán da su consentimiento por escrito. Las sentencias dictadas por los tribunales incluyen azotes, amputaciones y la pena de muerte.